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La ‘cosa’ está en todas partes. Este vicio del lenguaje se denomina ‘cosismo’. También se observa –como producto de la era de inclusión- la utilización de ‘todos y todas’ y de la famosa @ para referirse a abreviar palabras. Es tiempo de reconocer que el idioma es un ser vivo, y enmendar estos errores que constan en la Carta Magna y muchas leyes de esta novedosa revolución idiomática.
• La ‘cosa’
No es exageración. Si usted escucha la radio o ve la televisión se va a admirar –si pone un poco de interés en lo que hablan nuestros congéneres- sobre la cantidad de veces usan la palabra ‘cosa’.
Inclusive personas que, supuestamente, tienen cultura o formación académica incurren en errores tales como: ‘La mujer es la cosa más hermosa que yo he conocido’, ‘Te cuento una cosa’, ‘La cosa está muy complicada’, ‘Todos piensan en la cosa’…Y así por el estilo.
Si bien hablar de la ‘cosa’ puede ser producto del habla corriente, no es menos cierto que su uso exagerado puede causar molestia o disgusto.
Quienes usan el vocablo ‘cosa’ con mucha frecuencia demuestran con claridad su falta de recursos para hablar correctamente. Así, cuand0o alguien no se acuerda del nombre de una persona, un objeto o un hecho, con rapidez asombrosa dice: ‘¿Cómo se llama…? Y luego de un silencio cómplice de sus contertulios, expresa: ‘…es que la ‘cosa’ o peor el ‘coso’…
La palabra ‘cosa’ no se escapa de nadie. Los políticos se pierden en sus ‘cosas’, los economistas, también; y por supuesto, aquellos que, supuestamente, deben manejar bien el lenguaje: los locutores de radio y las presentadoras de televisión, que ‘en corto’ juegan literalmente con el idioma, aunque todos quedemos cosificados…
¿Y qué dice la Real Academia de la Lengua? Cosa. (Del lat. causa). 1. f. Todo lo que tiene entidad, ya sea corporal o espiritual, natural o artificial, real o abstracta. 2. f. Objeto inanimado, por oposición a ser viviente. 3. f. nada. U. con neg. No valer cosa. 4. f. Asunto, tema o negocio. 5. f. Der. En contraposición a persona o sujeto, objeto de las relaciones jurídicas. En el régimen de esclavitud el esclavo era una cosa. 6. f. Der. Objeto material, en oposición a los derechos creados sobre él y a las prestaciones personales.7. f. Der. bien.’
En resumen: no se trata de ser puristas, porque el idioma es un ser vivo, pero pongamos cada tema en su lugar: llamemos cosas a los objetos, y personas a las personas.
• ‘Todos y todas’
Mi amigo y colega Fernando Larenas en sendos artículos publicados en El Comercio, puso el dedo en la llaga, a propósito de una expresión que ha llenado espacios y escenarios, especialmente públicos. E incluso jurídicos.
‘Todos y todas’ y sus variantes están en documentos importantes como la Constitución y numerosas leyes, que los líderes repiten sin rubor con el supuesto propósito de ser incluyentes. Y los resultados son lamentables, por decir lo menos. ‘Las palabras tienen género (y no sexo’, mientras que los seres vivos tienen sexo (y no género)’, dice Larenas, con el apoyo de la Real Academia Española.
El problema se amplifica en los medios de comunicación y en ciertos textos escolares que escriben y difunden estos errores y horrores, que la RAE lo resuelve de una manera sencilla: ‘la lengua admite la posibilidad de referirse a colectivos mixtos, a través del género gramatical masculino y no debe verse intención discriminatoria alguna’.
• ¿Hembría de bien?
En una ocasión participé en un coloquio en el que hubo mayoría de mujeres. Y durante mi intervención dije, en forma distraída, al tratar un tema de literatura infantil, ‘que la hombría de bien era un atributo de la protagonista de la novela’. Por poco ardió Troya. Levantaron la mano las feministas y dijeron, a voz en cuello, que ‘las mujeres no tienen hombría de bien, sino hembría de bien’. Menudo lío. ¿Qué opina usted al respecto?
• El uso de @
Es un invento de última data. Se lo utiliza para integrar los géneros, pero no es correcto. El Diccionario Panhispánico de dudas dice: ‘la arroba (@) como recurso gráfico para integrar en una sola palabra las formas masculina y femenina del sustantivo, parece incluir en su trazo las vocales a y o: l@s niñ@s’. Y añade: ‘la arroba no es signo lingüístico’. Hay que evitar, por lo tanto, esta innecesaria costumbre, ni siquiera en nombre de la equidad de género, aunque ciertos administradores lo ‘admiten’ para documentos internos, en nombre de la ‘economía del espacio’.
La RAE también recuerda que no es correcto utilizar los/las para incluir masculino y femenino, cuando se habla o escribe. En síntesis, tratemos de evitar estos errores y erratas, querid@s amig@s. ¡‘No sean malit@s’!
Qué feo, ¿no?