La Silla Vacía

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El cambio de la matriz educativa, la verdadera transformación

‘Menos infraestructura, más pedagogía’ debería ser el lema de los próximos 10 años de la educación ecuatoriana. El listado de ofertas de los dos presidenciables no va al fondo del problema educativo. Es tiempo de incidir en la mejora de la calidad, que es una deuda del gobierno actual y de todos los gobiernos anteriores. Una propuesta emergente.

Una somera revisión de las propuestas de los dos candidatos finalistas a la Presidencia de la República, lleva a especialistas o no a una conclusión: que la educación -tal como está concebida en un simple listado de buenas intenciones- no constituye el eje del nuevo modelo que se pretende cambiar o continuar. Veamos algunas razones.

• Una línea base es necesaria
Más allá de los alcances y logros de la denominada ‘revolución educativa’ en los últimos diez años, es necesario trazar una línea base, con el objetivo de identificar los parámetros desde donde avanzar hacia el futuro. Porque no se trata de denigrar lo que se ha hecho, sino reconocer méritos y construir o reconstruir las políticas públicas en materia educativa, de cara, no a los próximos cuatro años de gobierno, sino, a una década con el Plan Nacional de Educación 2016-2025.

Esta decisión preliminar es obvia porque los cambios en la educación son de largo plazo, y el Ecuador ha dado muestras positivas al optar por esa dirección mediante la aprobación de las ocho políticas públicas en educación, a través de un referendo, que fueron incorporadas más tarde a la Constitución y a la ley.

• Fortalezas y debilidades
No es intención en esta columna evaluar los diez años del presidente Rafael Correa en la educación. Existen documentos nacionales e internaciones, que identifican sus fortalezas y debilidades.

Entre las primeras se distinguen la recuperación de la rectoría por parte del Estado; la alta inversión pública en educación y la ampliación de cobertura. La calidad ha tenido matices, pero, en su conjunto, hay mejora. Entre las segundas, se observa la poca participación de la ciudadanía –los profesores y otros actores directos-. Un caso patético es no la convocatoria al Consejo Nacional de Educación (CNE), organismo encargado de estudiar y aprobar los planes educativos nacionales (Art. 23) de la Ley Orgánica de Educación Intercultural.

La creación de un nuevo sistema educativo es relevante, y del sistema nacional de evaluación, el ajuste curricular, la creación de cuatro nuevas universidades (Yachay, Amazónica, de las Artes y Educación). Y una gigantesca inversión en escuelas del milenio con su equipamiento, algunas cuestionadas por su ubicación y por el cierre de escuelas unidocentes en el sector rural.

La educación superior tiene, asimismo, puntos positivos y negativos. El cierre de varias universidades de ‘garaje’ fue reconocido por la opinión pública; también las becas a estudiantes talentosos, y en general la meritocracia implantada desde un modelo unidireccional que, supuestamente, contribuyó a minar la autonomía universitaria.

En esencia, una alta inversión pública en educación es inédita, y eso es bueno para el país, pero la debilidad estructural en estos diez últimos años ha sido la pedagogía, asociada inseparablemente a la calidad y sus estándares. Expliquemos un poco.

• ¿Salto cualitativo?
El sistema educativo ecuatoriano se ha reformado –no cabe duda- pero sin un paraguas conceptual o epistemológico. Y peor metodológico. Detrás de los cambios no hay una teoría o conjunto de teorías pedagógicas, y si han existido no han dado piso ni techo a las reformas.

Han llegado cantidad de técnicos, asesores y consultores del exterior gracias a la voluntad política y los recursos que ha tenido el gobierno, pero, en su conjunto, no existió un esquema básico que implique un ‘gran salto cualitativo’ en la educación, más allá de la exitosa propaganda de la infraestructura y equipamiento escolares.

Los profesores siguen formándose de acuerdo a patrones tradicionales y siguen ‘dictando’ clases como en el siglo XX o antes, y lo que es grave: la reforma no ha llegado a la escuela, que es motor de la educación. También no hay un sistema de investigación que documente los cambios, y las universidades –salvo pocas excepciones- sufren la ausencia de estudiantes, quienes escogen otras profesiones que son más ‘rentables’, mientras la pedagogía ha quedado relegada.

• Las competencias pedagógicas
Señores Lasso y Moreno: El Art. 6. de la Ley Orgánica de Educación vigente, dice: ‘La principal obligación del Estado es el cumplimiento pleno, permanente y progresivo de los derechos y garantías constitucionales en materia educativa, y de los principios y fines establecidos en esta Ley. Literal x/: Garantizar que los planes y programas de educación inicial, básica y el bachillerato, expresados en el currículo, fomenten el desarrollo de competencias y capacidades para crear conocimientos y fomentar la incorporación de los ciudadanos al mundo del trabajo’.

Del texto de esta disposición legal se infiere que la educación ecuatoriana y su currículo son por competencias, sistema casi generalizado en el mundo, que desarrolla capacidades de formación autónoma vinculadas al mundo laboral y a cuatro estándares básicos: aprender a saber, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, según las directivas de Jacques Delors, asumidas por las Naciones Unidas. Estas competencias pedagógicas –pese a estar literalmente establecidas en la LOEIB- no han sido aplicadas en los documentos oficiales del MinEdu, sino la modalidad por destrezas.

• La propuesta: una matriz educativa
Frente a estos avances y carencias es urgente partir de una línea base como se dijo al principio. Y articular una propuesta pedagógica por competencias, que sea consistente, rigurosa en lo académico y participativa, que de luz a la comunidad educativa para orientar no solo el currículo, sino otras instancias del proceso educativo, como son la metodología y la evaluación de los aprendizajes.

Junto a lo anterior planteo la necesidad de diseñar conjuntamente con el Consejo Nacional de Educación –que debe ser conformado y convocado- una matriz educativa nacional, que se combine de manera preferente con la matriz productiva –tan mencionada y poco comprendida-, que permita articular políticas públicas sociales y económicas de largo plazo, y que tengan como ejes los índices de desarrollo humano: salud/nutrición, educación/escolaridad/alfabetización y empleo seguro. ¡Esa será la verdadera transformación del país!