La Silla Vacía

La Silla Vacía

La calidad educativa: enfoques y desafíos estructurales

fsegovia@elcomercio.com

¿Qué es calidad de la educación? Algunos enfoques. El Ecuador ante varios dilemas. Avances y retrocesos. Hacia una reforma integral planeada y consensuada. La gestión de la calidad es prioritaria. La mejora de la calidad y la formación de los docentes.

El tema de la calidad es recurrente en los foros internacionales y nacionales. En la actualidad, la calidad no concierne exclusivamente a los especialistas sino a todos los actores del hecho educativo, inclusive a quienes toman decisiones en los ámbitos micro social y económico.

De resonancias empresariales, la calidad al principio estuvo ligada a procesos de producción y productividad. Con el avance de las investigaciones y los impactos cada vez más evidentes de las tecnologías educativas, la calidad migró a los sistemas sociales –especialmente a la educación- con notables repercusiones.

Hoy, por ejemplo, la calidad en la educación tiene bases teóricas, metodológicas e instrumentos de medición, a través de estándares que se promueven bajo diversas orientaciones, escenarios y matices en diferentes contextos. Tanto es su influencia que los organismos internacionales han acogido preceptos, experiencias y sistemas de valoraciones de la calidad, que son referentes necesarios para gobiernos y sectores.

• ¿Qué es la calidad de la educación?

El diccionario asume la calidad como excelencia; es decir, el nivel más alto de un proceso, producto o resultado de un proyecto, en relación a objetivos predeterminados.

La calidad en el ámbito educativo es un concepto polisémico, complejo y multifactorial. No hay un concepto unívoco de calidad en el sector educativo, aunque se reconoce dos enfoques básicos: el que se funda en instrumentos de medición (producción, productividad, crecimiento económico), y cuyos criterios esenciales son la eficiencia, la eficacia y la pertinencia. Y el que se fundamenta en derechos, que significa el paso de un proceso de transmisión de conocimientos a otro de meta cognición, que implica no solo el desarrollo de saberes (saber, saber hacer, saber convivir) sino las competencias para fomentar el pensamiento crítico, reflexivo, y las capacidades para resolver los problemas de la vida. En este sentido, la calidad tiene directa relación con la formación integral, en un contexto dado, y en un sentido amplio aspira a construir una sociedad educadora.

La Unesco plantea cinco dimensiones de la calidad educativa: la equidad (calidad para todos); la relevancia (qué y para qué de la educación); la pertinencia (para quiénes); eficiencia (en qué medida se cumplen las metas); y, eficacia (cómo se gastan los recursos).

• La calidad educativa en el Ecuador

Las iniciales mediciones de la calidad educativa se realizaron en la década de los noventa. El modelo ‘Aprendo’ fue un paso relevante, cuando se valoró a los estudiantes a través de una muestra representativa, en Lenguaje y Matemática. Los resultados fueron negativos, debido a causas estructurales: la falta de procesos de desarrollo del pensamiento; la ineficiente formación de los docentes, especialmente en lecto-escritura; y la evidente desarticulación de políticas y estrategias que vinculen a los Institutos Pedagógicos (ex Normales), las Facultades de Ciencias de la Educación de las Universidades, y el propio Ministerio de Educación.

En la primera década del siglo XXI aparecieron otros sistemas de evaluación de la calidad. Uno de ellos fue SíProfe, que amplió su radio de acción a la evaluación de los profesores. Las inversiones en este período fueron importantes: se triplicó el presupuesto de educación (2008-2014) en relación con otros gobiernos. Pese a este logro, el Informe de Progreso Educativo 2010 elaborado por Grupo Faro, Fundación Ecuador y Preal, destacó la prevalencia problema central de la educación ecuatoriana: la baja calidad en Lenguaje y Matemática. Pero también hay que mencionar las últimas mediciones realizadas por la Unesco –Pruebas Terce, Tercer Estudio Regional Comparativo-, que ubican al Ecuador en el puesto siete entre catorce países consultados.

La mejora del desempeño escolar es evidente, pero siguen afectando otros factores asociados a los aprendizajes: el nivel socioeconómico, el apoyo de las familias, la asistencia previa a la educación preescolar o inicial, la práctica docente, las múltiples formas de violencia y la pertenencia a pueblos indígenas o afrodescendientes.

Los cambios a la vista

El Gobierno Nacional –con más recursos que todos los gobiernos anteriores juntos- generó varios procesos de cambio en el sector educativo, cuyos resultados se verán en el futuro, pues responden a procesos cualitativos de mediano y largo plazo.

Es necesario destacar avances pero también algunos retrocesos, que han impedido que la reforma educativa se instale en la sociedad. Entre los primeros se pueden mencionar la Constitución Política y la desconcentración de la educación; la Ley Orgánica de Educación Intercultural, que reformó todo el sistema educativo-; la incorporación de la educación inicial (0 a 5 años) al sistema nacional; el fortalecimiento y actualización de la educación general básica (5-15 años); el nuevo bachillerato unificado (16-18 años); el proyecto de estándares de calidad; la evaluación de los docentes; el mejoramiento de la escala salarial de los profesores; las escuelas del milenio; los textos escolares gratuitos; la alimentación escolar; la creación de la Universidad Nacional de Educación y del instituto intercultural; el sistema de mediación para resolver los conflictos, entre otros.

Existen puntos débiles: falta un proyecto nacional de educación; no se ha tomado en cuenta a la ciudadanía –de manera especial a los profesores en la toma de decisiones-. Este tema es paradójico, pues en el gobierno de la revolución ciudadanía se observa un determinismo del Estado, y una ausencia de los ciudadanos por la falta de mecanismos de consulta, validaciones y consensos con los principales actores. Y una omisión clara: mientras la Constitución (Art. 27) y la Ley de Educación Intercultural (Art. 6, literal x), el Ministerio de Educación insiste en las destrezas y no en las competencias pedagógicas, establecidas en la educación inicial, básica y bachillerato.

Se observa un voluntarismo con muchos proyectos y acciones al mismo tiempo, antes que un liderazgo estratégico por parte de las autoridades del Ministerio de Educación, con un fuerte apoyo ciudadano. Y continúa esa desarticulación estructural entre la educación, la empresa privada, las universidades y la sociedad.

• La gestión de la calidad

Para completar esta breve revisión de la calidad en la educación ecuatoriana es urgente insistir en algunos puntos: integrar más la educación al desarrollo humano. El Buen Vivir establecido en la Constitución es todavía una intención. Urge una política –y si es necesario una ley que fortaleza la calidad de los aprendizajes-; la incorporación a las Pruebas PISA, que vinculan expresamente la evaluación (en ciencias, lenguaje y matemática) a la calidad; la decisión sobre las competencias mencionada arriba; y la gestión de la calidad, con la participación activa de las universidades.

La sociedad del conocimiento exige una sólida garantía de calidad en todos los procesos educativos –tanto urbanos, urbano-marginales y rurales-. Sabemos la complejidad de este proyecto nacional, pero debe proponerse con enfoques científicos, interculturales y una amplia gama de participación social por la vía de los consensos. No hacerlo significaría dar las espaldas a la realidad.

Finalmente, la formación inicial y continua de los profesores es una asignatura pendiente del Estado y de toda la sociedad en su conjunto. La Universidad Nacional de Educación –inaugurada con bombos y platillos- está en el limbo. Es que hay como concebir una educación de calidad con profesores… de calidad, bien formados, bien preparados y bien pagados. Y donde la investigación y la documentación vayan de la mano de los emprendimientos curriculares, metodológicos y tecnológicos.