Las voces para que Luis Chiriboga se vaya de la Ecuafútbol se han multiplicado. ¡Injusticia! ¡Ingratitud! ¡Envenenamiento! Hay razones poderosas para que este dirigente se quede por muchos, muchos años más.
Primero, porque nuestra vida sería tremendamente aburrida sin él. ¿Quién otro podría confundir a José Francisco Cevallos, las Manos de Corr… perdón, las Manos del Ecuador, con el Ministro del Interior en un acto con el Primer Mandatario? ¿Y quién otro sería capaz de sostener esas dialécticas, constructivas y sabrosas polémicas con Papá Oso? Ni los hinchas del Quito han polemizado de manera tan sugestiva con el duro de la U. ¿Y qué otro dirigente nos pone a bailar con Marc Anthony? Otros máximo ponen tecnocumbia en las presentaciones de sus equipos.
También cuentan los méritos deportivos. Están las Copas Amér… No, esas no hemos ganado. Bueno, están los Preolím… Bueno, tampoco hemos ganado esos. Bueno, están los Sudamericanos Sub 20… No, esos menos. ¡Pero hemos ido a tres Mundiales! ¡Más que Bolivia! ¡Y hemos ganados dos veces la sede de la Copa América de Mujeres! ¡Inédito!
Además, Chiriboga es un gentleman al lado de algunos supuestos candidatos a sucederle. Por ejemplo, no ha tomado medidas en contra del dirigente albo que dijo esto: “no le doy la mano y eso que no uso reloj”. En cambio, el dirigente azul, supuesto sucesor para la FEF, es tan poco tolerante que su club anuncia ¡demandas penales! en contra de un entrenador que algo dijo sobre alguna cosa que en realidad a nadie le importa. ¿Se lo imaginan a ese dirigente azul metiendo juicio a tanto detractor que tiene por naturaleza la Ecuafútbol?
Por todo eso, ojalá que Luis Chiriboga esté otros 16 años al frente de la Ecuafútbol. Claro que ojalá exista Federación para entonces, con tanto club quebrado hoy en día. Pero son detallitos: todos caerán menos Chiriboga.