El guapo de la barra

Lo que otros callan por temor o timidez, aquí se lo dice sin anestesia. Es comentarista de fútbol de EL COMERCIO.

Alejandro Ribadeneira

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Central. Es periodista desde 1994. Colabora con el Grupo El Comercio desde el 2000 y se ha desempeñado en diversos puestos desde entonces. Actualmente ocupa el cargo de Editor Vida Privada.

Las notas de la Tricolor luego de fracasar ante Colombia

Estas son las calificaciones que merece el equipo de Ecuador tras caer 2-0 ante Colombia en el (ya no) fortín del Olímpico Atahualpa.

Esteban Dreer, 1/10
Es un poco injusto responsabilizarlo completamente por los dos goles del primer tiempo, pero ¡qué pereza para salir a cortar!, ¡qué pánico de ser el dueño del área chica! Un buen equipo se arma desde atrás y Dreer no ha sido ese bastión en la zaga que se necesitaba. Dreer hasta se olvidó de que su principal recurso está en sus manos, habitualmente seguras. ¿Salir a cortar con los pies? ¿En qué barrial se mira eso? Al final, a Ecuador también lo mata la partida de Alexander Domínguez a México, y eso es innegable.

Mario Pineida, 1/10

A ver, parece que alguien tiene dislexia: ¡Pineida debía estar en la izquierda, no en la derecha! Era necesario banquear a la Hormiguita, pero este cambio no aportó nada y terminó siendo contraproducente. No estuvo en su puesto en los dos goles del primer tiempo. En general, Pineida marcó incluso menos de lo que solía hacerlo Paredes. Le quedó enorme esta responsabilidad.

Luis Caicedo, 0/10
No cerró los centros, estuvo en Marte en los goles, no marcó nada y su arma favorita fue el pelotazo. Mereció la expulsión en el primer tiempo y, por fin, recibió esa tarjera roja que con tanto esmeró anduvo buscando.

Arturo Mina, 1/10
Pudo ser la desesperación, pudo ser que tenía la orden de atacar; pero Mina (ya no le digan ‘Rey’, por favor, eso le ha hecho mucho daño) generó un enorme desorden por su vehemencia ofensiva. Pero su labor vital era la defensa y volvió a fallar al estar lejos de su puesto natural. Es el Perlaza de esta década.

Walter Ayoví, 1/10
Supongo que hoy se retira, ¿verdad? ¿O seguirán inventando pretextos para el récord?

Jefferson Orejuela, 2/10
No aportó con la circulación de pelota que se esperaba y tampoco en la marca. Jugó escondido. En todo caso, es un jugador con futuro, pero lejos, muy lejos de lo que puede aportar un Noboa.

Matías Oyola, 2/10
Responsable directo de uno de los goles, pero al menos intentó mostrarse y puso pundonor. Pero se le vio solo, demasiado, y no se entendió con los delanteros. En todo caso, que Oyola tuviera el honor de llevar el 11 en el dorsal fue demasiado. Oyola, al final, no es jugador de Tricolor, máximo de club. Una pena.

Antonio Valencia, 2/10
Perdido. No pudo ser el mariscal en esta importante batalla. Empezó como extremo y acabó como interior por la derecha, algo acertado para influir más abierto, junto a la línea. Pero Valencia estuvo incómodo ante un Farid Díaz que luchó para consolidarse como el lateral izquierdo que buscaba Colombia. Lo verá en sus pesadillas.

Ángel Mena, 2/10
De los pocos que tuvo intenciones de sacudirse, de mostrarse, de dar pelea. Todo le salió mal porque, ya se sabe, el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones, en especial porque lo colocaron como volante por la izquierda. Cuando se pasó a la derecha, se anulaba con un Antonio Valencia desaforado. Se esperaba más, mucho más del mejor extranjero de la Liga mexicana.

Enner Valencia, 2/10
No es culpa suya que lo pongan, pero queda claro por qué no pudo consolidarse ni en West Ham ni en Everton. Solo Rueda tuvo la clave para lograr que Enner fuera efectivo.

Felipe Caicedo, 1/10
Un árbol, frondoso e inamovible, plantado en el área rival. No conectó ni un centro. No paró una pelota. Tampoco colaboró con la marca desde arriba. Poco para el máximo artillero de la Tricolor.

Marcos Caicedo, Gabriel Cortez y Gabriel Achillier, sin nota
Entraron con la misión de resucitar un muerto.

Gustavo Quinteros, 0/10
Otra vez, fracasó desde el inicio, escogiendo a los jugadores equivocados y colocándolos en los puestos inadecuados. Hay que reconocer que Quinteros muere en su ley, pero ha hecho retroceder algunos años al fútbol ecuatoriano con su afiebrada terquedad. Sí, cada entrenador tiene sus jugadores y sus fetiches, pero Quinteros se casó con muchos elementos que no son trascendentes en sus equipos. Jamás aprovechó la calidad de alguien como Antonio Valencia. Y para colmo, sus cambios no sirven para recomponer nada, ni en lo táctico ni en lo estratégico ni en lo anímico. Que se vaya.