La peor versión de Liga de Quito desde 1999 pudo vencer a Barcelona SC. No creí que fuera posible en las actuales circunstancias, pues Barcelona no es un equipo tan bueno como se pregona, pero Liga ni siquiera ha sido eso mismo, un equipo, en este desastroso 2016. Liga ha sido, a duras penas, un puñado de gente acostumbrándose a perder. Pero un plantel que parecía lanzado de cabeza al descenso termina derrotando a un aspirante a ganar la etapa, algo casi milagroso. No solo eso, sino que Liga le dio la vuelta al marcador y pudo sostener ese ya legendario invicto en la Casa Blanca que dura desde 1997. Bueno, algún día los canarios ganarán ahí, pero esta vez no pudo ser.
Aunque no parezca, esta derrota le hace un gran favor a Barcelona, pues señala con claridad los enormes defectos que el entrenador Guillermo Almada debe corregir. Por ejemplo, la baja resistencia del equipo en la capital, que inexplicablemente pierde fuelle y termina, por tercera ocasión, perdiendo los tres puntos en Quito. Luego, esa defensa que pierde la concentración y que se deja ganar las espaldas. Puede decirse que uno de los goles fue precedido de una jugada ilegal, pero eso no justifica que Aimar haya fracasado en la cobertura: en un parpadeo sus fallas fueron aprovechadas para que Liga se llevara el cotejo. El arquero Máximo Banguera también se mostró muy estático en esas fatales jugadas a balón parado.
Eso sí, Liga ganó bien; pero cerca estuvo de retirarse con un marcados desfavorable. Este triunfo debería servir entre otras cosas para que Brahian Alemán, quien salió al cambio entre aplausos, recobre la fe en sí mismo. La segunda etapa está perdida y lo que conviene ahora a la U es sumar puntos para que el entrenador Álvaro Gutiérrez no tenga esa presión extra que significa estar cerca del descenso. Gutiérrez tiene algo de aire para encontrar rápidamente el mejor esquema posible y ganar esos puntos, tarea difícil de todos modos porque el equipo se armó mal desde el año anterior y, a priori, cualquier alineación no se antoja tan sólida. Pero es bueno que Alemán se despabilara, por ejemplo, o que Daniel Angulo anotara de esa manera tan épica, aguantando a Aymar y batiendo a Banguera. O que José Francisco Cevallos hijo volviera a ser un buen aporte para el juego ofensivo. Mal estuvo, otra vez, Alexander Domínguez, cediendo un gol luego de que el balón se le escapa de los brazos. Si esto terminaba 1-0, quizás ahora estaríamos hablando de ponerlo un tiempito en la banca, para espanto de Gustavo Quinteros.
Finalmente, ha sido penoso que solo 15 000 personas hayan pagado para ver este cotejo. Sí, era el Día de la Madre y el momento de la U no es precisamente para saltar de alegría, pero ya es momento de que los hinchas de los albos comprendan de que sin taquilla y sin aliento desde las gradas no se puede sostener nada, ni siquiera los milagros.