La primera jornada de los octavos de final fue una mini-Copa América. Primero, Chile ofreció una conmovedora exhibición para caer en penales ante un equipo que en los papeles era superior pero que estuvo a punto de ser derrotado en la cancha. En un duelo muy táctico y digno para una tesis de grado en la Universidad del Fútbol, el equipo de Jorge Sampaoli le cortó los circuitos al local, lo metió en su zona y lo dejó sin argumentos. La frase “de igual a igual” tiene su ejemplo gráfico en esto que hizo Chile. Pero Brasil también tuvo lo suyo. También se defendió con eficiencia. El cuadro de Scolari también tuvo sus opciones aunque en el balance hubo paridad.
Al final, a Chile lo dejan afuera dos balones en los postes. Uno, el que Pinilla registró cuando moría el alargue y, tras una pared con Alexis Sánchez, remató de fuera y el balón rebotó en el marco. El otro, cuando Jara falló en el último de los 10 penales. Inmerecido final para uno de los equipos que mejor fútbol mostró en todo el torneo, pero al que le faltó un Vidal en plenitud para ser aún más exitoso. Sufrida clasificación para Brasil, que otra vez se sale con la suya sin mostrar todo lo que se espera de un aspirante a campeón.
El otro duelo fue entre colombianos y uruguayos. Por historia, la celeste siempre es importante y temible. Pero por fútbol, esta Colombia de Pékerman es mucho lote e impuso el peso de su brillante momento para dejar atrás al campeón de América. James Rodríguez volvió a agrandar su figura con dos goles, aunque el primero quizás acabe como el más bonito del Mundial. Uruguay, que extrañó a su mordelón artillero Luis Suárez, se fue del Mundial lamentando la vejez de sus jugadores y la mala cabeza de su estrella.