La Silla Vacía

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La educación del Ecuador: seis asignaturas pendientes

En la foto, estudiantes de la Escuela Galo Plaza recibiendo clases. Foto: Archivo / EL COMERCIO

En la foto, estudiantes de la Escuela Galo Plaza recibiendo clases. Foto: Archivo / EL COMERCIO

El inicio de clases en la Sierra y Amazonía del Ecuador pone a la sociedad –y no solo a los padres de familia, profesores y estudiantes- en una actitud de sana expectativa y entusiasmo. Y no es para menos: el sistema educativo –creamos o no en él- es una base instrumental que intenta responder a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, refuerza la responsabilidad de los padres y convoca a docentes a cumplir una misión atada inexorablemente a la formación integral de los ciudadanos.

Pero, ¿en qué medida la ruta aspiracional de la sociedad y las expectativas propias de los ciudadanos se cumplen, en el tráfago de los ciclos, los quimestres o quinquemestres, las evaluaciones y donde, en rigor, el cambio de la educación va más allá de las inversiones, los edificios y las cifras?

En la foto, estudiantes de la Escuela Galo Plaza recibiendo clases. Foto: Archivo / EL COMERCIO

Ingreso a las pruebas PISA

El reporte ‘Perspectivas Económicas de América Latina’ dado a conocer por la OCDE –Organización para Cooperación y Desarrollo Económico- ‘detalla que el gasto público en educación es cada vez mayor, pero recomienda que se deben incrementar las tasas de asistencia escolar y finalización de estudios más allá de la educación primaria universal’.

El referido estudio reconoce que ‘la realidad en América Latina –por lo menos en algunos países que participan en pruebas de conocimiento a nivel mundial- es que naciones como Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Uruguay, según la prueba PISA, tienen calificaciones muy bajas comparándolas con las obtenidas por los demás países integrantes de la OCDE’.

El Ecuador ha ingresado a las pruebas PISA, para tener herramientas de comparación en los estándares de calidad, aun cuando subyacen problemas estructurales especialmente en Lengua y Matemática, que dependen de la formación de los profesores y de factores asociados a los aprendizajes, como son la exclusión o marginalidad, la pobreza y en general las condiciones de vida, que provocan en su conjunto altos niveles de deserción y repetición.

Ecuador: avances

Hay que reconocer los esfuerzos del gobierno en algunos rubros: las nuevas leyes de educación intercultural y de educación superior; el aumento en las inversiones que ha permitido un nivel de cobertura escolar importante (96%); la inclusión del nivel inicial (de 0-5 años), el fortalecimiento de la educación básica (de 5 a 15 años); el nuevo bachillerato unificado que, con debilidades técnicas, ha comenzado a aplicarse, y el nuevo sistema de educación superior centrado en la meritocracia, las inversiones, las becas, la recategorización y evaluación de carreras.

A los anteriores puntos se deben mencionar –en la educación básica y bachillerato- los textos escolares gratuitos, la alimentación escolar, la supresión de aportes voluntarios, y sobre todo, la puesta en marcha de un modelo de evaluación de docentes, que tuvo resistencias iniciales y ahora está en plena ejecución, a través del Instituto Nacional de Evaluación –Ineval-.

Universidades

En la educación superior los cambios han sido importantes, a raíz de la expedición de su ley orgánica. El punto de partida fue el informe del Mandato Constituyente 14, que retrató la realidad de 72 universidades y 25 institutos superiores, cuyas recomendaciones dieron lugar a revisiones y nuevas evaluaciones en marcha.

Uno de los puntos focales de dicho informe fue hacer público el virtual divorcio entre las universidades y el desarrollo del Ecuador, especialmente en lo que al talento humano se refiere, tema archiconocido pero que nunca antes fue asumido como política pública. Hoy en día, el sistema de la educación superior –nos guste o no- está articulado a nuevas reglas de juego, con enfoques de gestión que para algunos raya en el autoritarismo y la pérdida de la autonomía universitaria, y para otros en la recuperación de la rectoría por parte del Estado que es quien financia su operación.

Las cuatro nuevas universidades creadas por el Gobierno Nacional: Unae, Yachay, de las Artes e Ikiam han generado grandes expectativas. Habría que ver cómo se desenvuelven en los escenarios de la investigación, la docencia y la vinculación con la comunidad.

Temas pendientes

La relación entre pobreza y mala educación tiende a estrecharse, a medida que los habitantes superan los niveles de desempleo y el ausentismo escolar anacrónico. En este contexto, las políticas públicas en educación han sido aplicadas y en ciertos tramos superadas. No obstante se requieren nuevas estrategias para superar las brechas y eliminar el círculo vicioso de la pobreza.

Algunas asignaturas pendientes son:

La reforma integral en la formación de los docentes es una buena inversión a futuro, con la participación activa de las universidades; asimismo, la inclusión de nuevos modelos de supervisión educativa, a través de mentorías y tutorías, que signifiquen cambios significativos en la escuela, que es el corazón del sistema.

La economía de la educación en la sociedad del conocimiento es un rubro todavía intocado en el Ecuador. Es urgente formar un ‘think tank’ o tanque de pensamiento para repensar la educación del país, con criterio interdisciplinario y plural.

La ciudadanización de la educación es un paso importante –aunque es paradójico subrayar en plena revolución ciudadana- en el sentido de dar a todos los ciudadanos y a las organizaciones ciudadanas –y no solo a los actores directos, los docentes, los estudiantes y padres de familia- papeles de responsabilidad social.

Convocatoria al Consejo Nacional de Educación. Desde 2008 no se ha integrado ni convocado. Es hora que el país cuente con Plan Nacional de Educación que establece la Ley Orgánica de Educación Intercultural (Arts. 23 y 24).

Las pruebas PISA merecen atención por parte de toda la sociedad y no solo del sistema educativo.

El Plan Nacional de Lectura. Diversos colectivos de los sectores públicos, privados y no gubernamentales se manifiestan a favor de esta estrategia, que no corresponde a un ministerio, tampoco a un gobierno sino a toda la sociedad. Porque una sociedad lectora es un objetivo nacional permanente.