Cubeto 9B soluciona el tratamiento de la basura por dos años en Quito

Al relleno sanitario de El Inga llegan en promedio 2 000 toneladas de basura al día. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Al relleno sanitario de El Inga llegan en promedio 2 000 toneladas de basura al día. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Al relleno sanitario de El Inga llegan en promedio 2 000 toneladas de basura al día. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Son 9,7 millones de toneladas de basura, que desde hace 14 años se han venido acumulando en el relleno sanitario de El Inga en nueve cubetos. Cada día se suman 2 000 toneladas más. Así, en cinco meses, el último cubeto llegará a su límite, por lo que es urgente la construcción de uno nuevo: el cubeto 9B.

Este depósito tendrá una capacidad de 2,6 millones de toneladas.El proceso de contratación está vigente, y desde esta semana, las empresas interesadas en la construcción pueden postularse.

Santiago Andrade, gerente de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs), indicó que la obra empezará en octubre.

El nuevo cubeto, que se levantará sobre un espacio de 4,7 ha, costará USD 7,8 millones. El Banco de Desarrollo del Ecuador entregará un crédito por USD 4,8 millones, para la construcción del espacio. Allí se podrá disponer los desperdicios por 27 meses más.
El objetivo es aprovechar al actual relleno sanitario, de 53 hectáreas. El resultado de una consultoría dice que existen otras áreas del relleno que pueden ser utilizadas.

Andrade explica que el estudio, que costó USD 250 000 y demoró cinco meses, fue necesario porque el relleno creció de manera desordenada y aún había zonas aprovechables.

Si se usan esos espacios vacíos, se podría disponer de 7,4 millones de toneladas adicionales, lo que prolongaría la vida útil del relleno seis años más.

También será importante llevar a cabo programas que permitan disminuir la cantidad de residuos que llegan a El Inga.

Andrade explica que en estos días se conocerán a las dos empresas finalistas para desarrollar un programa de reciclaje que permitirá clasificar los residuos y reciclar entre un 20 y 50% de la basura. Se espera que la planta esté operativa para el 2019.

La transferencia, transporte, amortización, control de los líquidos que genera la basura en descomposición (lixiviados) de cada tonelada cuesta USD 26. Así, la ciudad gasta en promedio USD 18,5 millones solo en disposición técnica de residuos domésticos. Si el 40% de los desechos no llegara al relleno, significaría un ahorro de USD 7,5 millones al año.

Abrir un relleno en otra zona es complicado debido al impacto que genera en la comunidad. Nadie quiere un relleno sanitario cerca, por más tecnología que se utilice. Ni la compensación que el poblado recibe de USD 1,2 por cada tonelada, logra convencer a los pobladores.

Para Eduardo Espín, director de la Escuela de Ingeniería Ambiental de la U. Central, el impacto del relleno es complejo, y tratar de ubicar un nuevo lugar siempre trae complicaciones. La solución, para él, es disminuir la cantidad de basura que llega a estos sitios.

Espín asegura que la tendencia es aprovechar los residuos. Por ejemplo, en Ámsterdam (Holanda), entre el 10 y el 15% de la basura termina en el relleno, mientras que en Quito, llega el 98% de ella.

Carlos Sagasti, experto en manejo de residuos sólidos, sostiene que el mejor y más agresivo programa de reciclaje que se lleve a cabo en la ciudad lograría reciclar el 15% de la basura, en un plazo de 10 años. La tasa de reducción es baja debido a la falta de educación, programas de concienciación, infraestructura, etc.

Sagasti considera que, además de tratar de aprovechar hasta el último centímetro del actual relleno, la administración municipal debe tener como prioridad hallar otra zona para crear un relleno nuevo. Al entonces alcalde Paco Moncayo le tomó dos años hacerlo, en medio de una serie de conflictos con la comunidad.

“Se debe aprender del pasado y empezar a tantear, a ver parámetros ambientales con antelación, caso contrario, la siguiente administración va a tener que enfrentar eso y quizás sea muy tarde. Para Sagasti, la zona de El Inga es ideal, céntrica y el Ialó sirve de barrera natural que ayuda a evitar que los olores lleguen al valle.

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