Mijín es ¿joven, amigo o lo mismo que ‘brother’?. ¿Es el nombre de un restaurante o el alias con el que se identifica un medianamente popular ‘youtuber’? La respuesta, como en examen de preguntas múltiples, todas las anteriores.
La expresión propia de los ecuatorianos tiene diferentes significados, según el contexto, y un punto de partida no tan fácilmente rastreable. Después de buscar en Internet, Ana Estrella– doctora en lengua española y lingüística- encontró que un grupo de jóvenes del sur de Quito se atribuía la creación del término. Para la experta es difícil corroborar si esto es cierto.
Rosa Llerena, subdecana de la Facultad de Comunicación y Lingüística de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, tiene otro punto de vista. Según ella, el modismo es más típico en la Costa y pudo haber surgido en esta región.
El germen gramatical es otra cosa y Estrella apuesta por lo lógico. Mijín parte de mijo, que a su vez viene de hijo. Lo que evoluciona, además de las letras agregadas o sustituidas, son los significados. Mijo e hijo tienen conceptos similares, sinónimos incluso, pero mijín tiene otro alcance: raro es el padre que use esta palabra para referirse a su descendencia.
Hasta aquí todo claro, pero ¿qué mismo significa? Su definición más popular se asocia con la amistad. Mijín es un amigo, un compañero. Y a veces más que eso, es un ‘brother’– un amigo al que se lo considera un hermano-, de esos que (te) aguantan todo tipo de desplantes y por qué no, ‘patanadas’. Todo en nombre de la amistad.
Jóvenes desde los 18 años y personas menores de 40 usan con esta intención, de clase social media y baja y mayoritariamente hombres. Su concepto fuera de esta delimitación demográfica tiene otras tonalidades (algo más oscuras).
Este empleo es visible en la cotidianidad. En un recorrido cuando un conductor de bus le pregunta al controlador, “¿dónde está la tarjeta mi rey?”. A lo que este responde: “Ahí adelante mijín”. O también en un caso más específico, que Estrella recuerda haber visto, funciona como mecanismo que aprovechan ciertos líderes religiosos para “llevar la voz de Dios a los jóvenes”. Decirles mijines y mijinas es menos informal que jóvenes o muchachos.
El vocablo en boga debe su popularidad- los expertos creen que momentánea- al uso y difusión que tiene en Internet. Por eso llega a tantos jóvenes. En el campo virtual su definición tiene una variante: la burla. Claro, sin llegar a ser denigrante. Existen al menos cinco páginas de Facebook, con sus pares en Twitter y YouTube, que utilizan el término como identificación. Entre estos, Chuta Aguanta mijín, Habla serio mijín o Simón mijín, que principalmente se dedican a difundir contenidos cómicos.
Su nexo con lo humorístico ha desencadenado algunas, quizás algo descabelladas, derivaciones como ‘mijamaica’, ‘mijamon’, ‘mijitrín’, ‘mijina’, ‘mijardo’ e inclusive ‘mijabali’. Estas expresiones que podrían a los académicos a hablar durante horas, o días, son exclusivas de grupos cerrados de amigos.
Gracias a las redes sociales y también al boca a boca se ha ganado un puesto en la cultura popular. Así, ‘El Mijín’ también obedece al nombre de un restaurante ubicado en plena autopista General Rumiñahui (pasando El Triángulo). Este es conocido, además de su “hamburguesa de la gruesa”, por haber sido promocionado en el segmento Apoyeff del programa ‘Vele Vele Vele’.
Video: YouTube, canal: ilan goldenstein
Jalal Dubois, presentador de televisión reveló- entre risas- que él personalmente no utiliza la palabra, que la emplean principalmente los hombres y “los mijines”. Sabe que es como decir pana o ‘brother’ y que es una moda como en su tiempo lo fue ‘profeshor’.
Otra variación que identificó Llerena, pero que para Estrella no cabe, es la utilización peyorativa. En ciertas ocasiones y en un grupo distinto al mayoritario tiende a desvalorizar. En este contexto, mijín vendría a ser prácticamente un sinónimo de longo (en su faceta despreciativa).
Aunque parezca que no la curiosa palabra tiene también un lado serio. En lo académico, desde el punto de vista semántico se trata de un lenguaje especial. Así lo cree Julio Pazos, escritor y censor de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y resalta su aplicación en expresiones conativas como “Oiga, mijín” o “Qué fue mijín”.
A pesar de que es una expresión que se da solamente en el país, nació aquí, Pazos no lo considera un ecuatorianismo porque su difusión, a su parecer, es muy limitada y tampoco lo reconoce la Academia. Eso sí, “puede considerarse un elemento del argot”.
Todos los consultados concuerdan en que se trata de una novedad, de una moda. Si se acaba el contexto y la intención, muere el término, o mejor dicho, su utilización con frecuencia. Llerena cree que con mijín va a pasar lo mismo que pasó con ‘chunchi’, se empleaba mucho en los años 90 y ahora solo es un divertido recuerdo.