Ciertas funciones que tenemos en el cerebro permiten que sintamos felicidad al ser honestos

Ciertas funciones que tenemos en el cerebro permiten que sintamos felicidad al ser honestos

¿Por qué ser honesto causa satisfacción?

Ciertas funciones que tenemos en el cerebro permiten que sintamos felicidad al ser honestos. Foto: Pexels

Después de preguntarse por años qué lleva a las personas a ser honestas a pesar de las consecuencias, científicos experimentaron con resonancias magnéticas y dispositivos de electrocución para hallar la respuesta.

La ciencia logró develar un misterio que ha dejado perplejos a los psicólogos y filósofos desde los albores de la humanidad: ¿por qué la mayoría de la gente es honesta?

Utilizando una compleja matriz de equipos de resonancia magnética y dispositivos de electrocución, los científicos afirman haber encontrado la respuesta. Los investigadores del University College de Londres descubrieron que a nivel físico el cerebro encuentra la decencia mucho más satisfactoria que el engaño.

El juicio reveló que, a pesar de la acumulación de una gran cantidad de dinero, la mayoría de los participantes no obtuvo una profunda satisfacción si el éxito se obtuvo a expensas de otros.

Publicado en la revista Nature Neuroscience, el estudio indica que, al menos a nivel psicológico, el viejo adagio que "el crimen no paga" es correcto.

Cálculos cerebrales

"Cuando tomamos decisiones, una red de regiones del cerebro calcula cuán valiosas son nuestras opciones", dijo la doctora Molly Crockett, que dirigió la investigación. "Las ganancias ilícitas evocan respuestas más débiles en esta red, lo que puede explicar por qué la mayoría de la gente prefiere no beneficiarse de dañar a otros. Nuestros resultados sugieren que el dinero no es tan atractivo", analizó.

El equipo de investigación escaneó los cerebros de varios voluntarios cuando decidieron si anónimamente infligirían dolor a sí mismos o a desconocidos a cambio de dinero.

El experimento incluyó a 28 parejas de participantes con la posibilidad de darse mutuamente pequeñas descargas eléctricas. Se les dio la opción de seleccionar las sumas de dinero que estaban relacionadas con un choque, ya sea para ellos y de su pareja.

Los investigadores notaron que, al tomar sus decisiones, se activaba una región del cerebro llamada estriado, clave para la comprensión del valor.
La resonancia magnética encontró que esta red del cerebro era mucho más activa cuando los participantes ganaban dinero mientras inflaban dolor en sí mismos que en otro, lo que sugiere que lo encontraron instintivamente más valioso.

"Nuestros hallazgos sugieren que el cerebro internaliza los juicios morales de los demás, simulando cuánto otros podrían culparnos por posibles malas acciones, incluso cuando sabemos que nuestras acciones son anónimas", dijo el doctor Crockett.

Los escáneres también revelaron que un área del cerebro involucrada en la toma de juicios morales, la corteza prefrontal lateral, fue más activa en los ensayos en los que infligir dolor dio un beneficio mínimo.

Juicios morales

En un estudio aliado, se pidió a los participantes que hicieran juicios morales sobre las decisiones de dañar a otros con fines de lucro. Se demostró que cuando la gente se negaba a beneficiarse de dañar a otros, esta región se comunicaba con el estriado.

Los investigadores creen que esto demuestra que las reglas morales sociales normales son visibles en la forma de señalización neurológica, y que éstas alteran el valor que de otro modo podríamos colocar en ganancias mal adquiridas.

Insistieron en que los choques eléctricos administrados a los participantes fueron cuidadosamente ajustados al umbral de dolor de cada receptor para ser "ligera pero tolerablemente dolorosa".

El autor principal del estudio, Ray Dolan, del Centro Max Planck de UCL de Psiquiatría Computacional y Envejecimiento de la UCL, dijo: "Lo que hemos mostrado aquí es cómo los valores que guían nuestras decisiones responden con flexibilidad a las consecuencias morales.

"Un objetivo importante para la investigación futura es entender cuándo y cómo se alteran estos circuitos en contextos como el comportamiento antisocial".

Investigaciones anteriores de la UCL han sugerido que la generosidad y el alturismo están gobernados por una región específica del cerebro -la corteza cingulada anterior subgenual- y que funciona naturalmente mejor en algunas personas que en otras.

Las imágenes de resonancia magnética encontraron que la corteza era la única parte del cerebro que se iluminaba cuando el sujeto pensaba en ayudar a los demás.