En los centros de acopio de Quito se recolectaron toneladas de donaciones para los damnificados del terremoto en Ecuador

En los centros de acopio de Quito se recolectaron toneladas de donaciones para los damnificados del terremoto en Ecuador

No, donar una lámpara de lava no es una buena idea

En los centros de acopio de Quito se recolectaron toneladas de donaciones para los damnificados del terremoto en Ecuador. Foto: Julio Estrella/Afull

Después de que la tierra temblara el 16 de abril, miles de ecuatorianos mostraron su solidaridad y se acercaron a centro de acopio a donar agua, víveres, artículos de higiene, colchones, carpas y ... ¿un mini ventilador con enchufe para carro? Tal vez no lo creas, pero este objeto llegó entre las donaciones al centro de acopio de la Universidad San Francisco de Quito. ¿Sorprendido? Entonces sigue leyendo la nota, porque este es solo uno de los artículos más inusuales recibidos por los voluntarios de distintos centros de acopio quiteños.

El presidente del consejo Estudiantil de esta Universidad, Michael Valdivieso, contó que, entre los víveres y pañales también llegaron varios zapatos de tacones. Carolina Morales, quien decidió unirse como voluntaria en los centros de acopio del Bicentenario y el Love, recibió entre las prendas de vestir varios trajes de novia y vestidos de gala. Todavía recuerda a uno largo, negro y de lentejuelas que le llamó la atención. “Había una mesa destinada a las cosas que no sabíamos donde poner. Creo que la gente pensaba que era una venta de garaje”, comentó.

Y eso no es todo, la voluntaria cuenta que varias donaciones venían con un solo zapato y no el par. Varias de las prendas que revisó Camila Rodríguez en el centro de acopio del Bicentenario tampoco estaban en buen estado, ¿quién de ustedes usaría ropa interior o camisetas sucias? No es una broma, es lamentable, pero sucedió. “Había ropa que solo abrías la funda y no podías acercarte por el olor, era terrible”, comentó molesta.

Todavía nos estamos preguntando qué habría pensado la persona que donó una lámpara de lava el día después del sismo. Son muy entretenidas, es cierto, pero…¿Acaso no sabía que en varios sitios afectados no había energía eléctrica? En todo caso, siempre es mejor una lámpara en buen estado que la cocineta eléctrica quemada que recibió Andrea Arteaga en el Bicentenario. O el horno que tenía solamente el armazón exterior, pero sin las piezas necesarias para funcionar.

Rodríguez cuenta que entre las cosas más inservibles llegaron mesas sin patas y ventanas rotas. Una de ellas sigue en el centro de acopio y todavía no ha sido tirada a la basura. La muestra indignada: “¿de qué nos va a servir esto?” se cuestiona.

En cambio, el mayor problema de ciertos artefactos es que llegaban incompletos. ¿Qué se puede hacer solamente con el vaso de una licuadora? ¿O con la base de una hornilla eléctrica?

La calidad de los objetos también varía. En el centro de acopio del Bicentenario han llegado linternas sin pilas y otras que hasta poseen una pequeña televisión incorporada Sí, como lo lees. Se recibieron además tatuajes de agua y una goma líquida abierta, sí de esas que se usaban en la escuela.

Toma en cuenta que todos los víveres viajan cajas y tienen que soportar el calor. Es por esto que los centros de acopio piden enlatados y, sobretodo, alimentos no perecibles y no caducados. Diana Mosquera es la encargada de recibir estas donaciones en el Bicentenario. Asegura que, desde el día del terremoto, han llegado cajas de leche y jugos vencidos. “Justo ayer nos llegó una caja de 300 bombones argentinos caducados en 2013”, dijo indignada, pues este tipo de donaciones retrasa el trabajo de los voluntarios.

Entre otros alimentos inusuales, Mosquera recuerda galones de manteca, troncos grandes de panela y hasta alimentos abiertos y melosos. “Parece que solo vacían su ‘refri’ y nos lo traen. Cuando llegan algunos (productos) siguen fríos”. Además, otros donantes también llevaron aguacates, granadillas, manzanas y bananos, a pesar de que estos no pueden ser enviados a la Costa. La voluntaria dice que los alimentos en buen estado no se desperdician, sino que son llevados a distintas fundaciones y albergues de la capital que los necesitan.