Óscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos estrecharon sus manos durante el debate de candidatos del jueves pasado. Foto: EFE
Los colombianos acuden hoy a las urnas para elegir a su presidente para el período 2014-2018 en una campaña marcada por los escándalos y las acusaciones de “guerra sucia” entre quienes obtendrían la mayor cantidad de votos, el mandatario Juan Manuel Santos y el opositor uribista Óscar Iván Zuluaga.
Analistas políticos coinciden en que la campaña ha sido la más polémica de los últimos tiempos por la falta de debates y las denuncias entre los dos candidatos, que incluso llegaron a los estrados judiciales.
En la línea dura de Uribe
Óscar Iván Zuluaga saltó hace varios años del mundo de las empresas a la actividad pública y ahora tiene el objetivo de triunfar en las elecciones de hoy para volver a aplicar los ideales del expresidente Álvaro Uribe, su mentor político.
El candidato del Centro Democrático fue elegido en una convención que ese partido opositor de derecha radical celebró en octubre pasado, en la cual la balanza fue inclinada sin duda por el respaldo que le dio Uribe.
Nacido hace 55 años en el municipio de Pensilvania, en el departamento de Caldas, Zuluaga saltó a la vida política en 1988, cuando fue elegido concejal de su pueblo. Dos años más tarde, entre 1990 y 1992, se desempeñó como alcalde.
Después de actuar en la política regional de Caldas pasó a una actividad de alcance nacional al postular al Senado en el 2002 por una lista que respaldaba las aspiraciones presidenciales de Uribe, quien ese año fue elegido para su primer período como jefe de Estado.
Zuluaga fue uno de los fundadores del Partido Social de Unidad Nacional (U), que surgió de distintos sectores de derecha para respaldar las ambiciones de reelección de su líder para el período 2006-2010.
Uribe lo designó en su segundo mandato como alto consejero presidencial y luego ministro de Hacienda, cargo en el cual fue catalogado como una de las principales figuras del Gobierno.
Al mando de la economía de Colombia, Zuluaga tuvo que enfrentar la crisis financiera internacional de esos años, de la cual salió bien librado con el manejo de la tasa de cambio y las presiones inflacionarias.
Sus detractores pregonan su aparente falta de liderazgo y aseguran que el candidato se limita a repetir un guión establecido de antemano por su jefe político con críticas al actual Gobierno y, de forma especial, a las negociaciones de paz con la guerrilla de las FARC.
Serio, de pocas palabras e introvertido, de Zuluaga se dice que es poco carismático y que su estilo no ha logrado calar en el electorado, aunque las encuestas lo muestran con grandes posibilidades de disputar la segunda vuelta con Santos.
Santos prioriza la paz
Obsesionado con el reto de acabar con un conflicto armado de cinco décadas de duración, Juan Manuel Santos busca permanecer otros cuatro años como presidente de Colombia para tratar de concretar un acuerdo con las FARC, grupo guerrillero con el que inició un proceso de paz en el 2012.
En el 2010, Santos ganó las elecciones principalmente por el respaldo que le dio su antecesor, Álvaro Uribe (2002-2010), de quien fue ministro de Defensa en momentos en que el Estado decidió fortalecer la lucha contra los grupos guerrilleros. Sin embargo, el Mandatario se distanció muy pronto de su mentor por diversos factores políticos y por su empeño en iniciar conversaciones con las FARC, que le significaron el calificativo de “traidor” por parte de los “uribistas”, que pasaron a la oposición.
Santos, que lidera la coalición de gobierno Unidad Nacional, apenas empezó a incursionar en campañas electorales hace cuatro años, aunque llevaba la política en las venas desde niño, pues su tío abuelo Eduardo Santos fue presidente de 1938 a 1942 por el Partido Liberal.
Bogotano de 62 años, el actual gobernante era visto en ese momento como un político de derecha radical que acentuaría la ofensiva contra las FARC. Pero desde que asumió el cargo de presidente moderó sus posturas y le apostó al diálogo con un discurso social que incluye aceptar la responsabilidad del Estado en la desigualdad que dio origen a la guerrilla y entregar una reparación a las víctimas de la violencia.
Aunque al comienzo de las negociaciones de paz dijo que esperaba que el diálogo fuera “de meses y no de años”, Santos admitió luego que era difícil que un conflicto que empezó hace cinco décadas pudiese ser solucionado en corto tiempo.
El mandatario Santos sostiene que es posible que antes de finalizar este año se firme la paz con la guerrilla de las FARC, a pesar de los obstáculos puestos por sectores radicales de derecha, y que para poner en marcha los acuerdos necesita pasar otros cuatro años en la Casa de Nariño.