Enviada a Tena
Duque Cerillo tiene la mirada perdida. Sus ojos, de tantas lágrimas que ha derramado, estaban hinchados. “Dios me quitó a mis dos hijas. Todo fue culpa de la fuerte lluvia”, se lamentaba.
Sus hijas Zoraida, de 18 años, y Joana, de 16, murieron luego de que un deslave tapó la casa donde vivían. Ocurrió el pasado martes, en el cantón Archidona, en la provincia de Napo.
“A la 01:00, escuché un ruido y me levanté. Observé que el lodo ingresaba a la casa por la puerta de atrás”, recuerda Cerillo, quien es nativo de El Oro.
En ese instante llamó a su hija Zoraida, para que le alcanzara las botas y la pala. “Ya presentía que la loma se venía. Les dije que salgamos. Llovía muchísimo”.
A los pocos minutos, la loma se derrumbó. “Quedé atrapado, entre el lodo, de la cintura para abajo y no se veía nada. Por la desesperación gritaba pidiendo ayuda. Nadie me escuchó. La fuerza de la lluvia hacía más estruendo”, recuerda.
Cerillo logró salir por una ventana. Escuchó que su esposa, Martha Soliz, pedía auxilio a gritos. Entonces, fue a la casa de su vecino, Santiago Silva, y le suplicó que le ayudara a rescatarla.
Ambos siguieron removiendo el lodo con palas hasta que encontraron a Janet, la tercera hija de Cerillo. Ella tenía al bebé de Zoraida, de ocho meses.
Otros vecinos llegaron para colaborar en el rescate. “Yo solo gritaba pidiendo ayuda, presentía que algo malo pasaba con mis otras dos hijas”, dice Cerillo.
Eran las 03:00 del martes y la búsqueda continuaba. A esa hora, Silva escuchó un grito desesperado: “Papá, me muero”.
Una hora más tarde encontraron el cuerpo de Joana. Estaba en la cama, cubierta completamente de lodo y con piedras sobre sus piernas. A las 07:00, ubicaron el cadáver de Zoraida. “Una columna le cayó en la espalda”, cuenta la vecina Marcela Cox.
A las 15:30 de ayer se realizó el entierro de las hermanas. Ellas fueron veladas en el coliseo de la Liga Cantonal de Archidona. El Municipio ayudó con la instalación de la capilla ardiente.
En medio de la fuerte lluvia que caía ayer en la parroquia, los compañeros de Joana llegaban hasta la improvisada sala de velaciones. Ella estudiaba en el colegio La Inmaculada.
“No lo puedo creer. Era tan buena gente y tan alegre. La voy a extrañar mucho, muchísimo”, se lamenta su amiga Sady Velázquez, mientras colocaba un ramo de rosas junto al féretro.
Las autoridades del Municipio de Archidona se comprometieron a realizar una inspección en la zona. Los vecinos del barrio El Progreso Alto piden que se ejecuten obras urgentes para encauzar el agua. El propósito es evitar que la humedad siga carcomiendo la loma.
Duque Cerillo no quiere regresar a su casa. Sabe que el recuerdo de sus hijas está latente. “Es duro aceptar esta realidad”.