La zona rosa comienza a extenderse hacia La Floresta

En la calle Guipúzcoa hay emprendimientos como Botánica, cafetería abierta hace 5 meses, que comparte espacio con el taller Fui. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO.

En la calle Guipúzcoa hay emprendimientos como Botánica, cafetería abierta hace 5 meses, que comparte espacio con el taller Fui. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO.

En la calle Guipúzcoa hay emprendimientos como Botánica, cafetería abierta hace 5 meses, que comparte espacio con el taller Fui. Foto: María Isabel Valarezo/ EL COMERCIO.

Los ojos de los urbanistas, también de los inversionistas, están sobre La Floresta. La ven como una zona en donde los negocios, en especial los de servicios, prosperan. En la calle Isabel la Católica se marcan las tendencias en la alta cocina y el buen comer.

“Es un barrio en el cual debemos focalizarnos, es cuna de innovación gastronómica, arte y diseño...”, apunta Jacobo Herdoíza, secretario metropolitano de Territorio, Hábitat y Vivienda. En esta zona toma fuerza la ‘economía de la cultura’ y “podría identificarse con el Soho de Nueva York o Le Marais de París”.

La Floresta
es parroquia desde 1947; surgió de la parcelación de la hacienda que le dio el nombre. Resalta por su ubicación, la rodean cuatro universidades; tiene un cine: el Ocho y Medio, y emprendimientos como La Cleta, bicicafé; Botánica, Jervis..., que conviven con el lujo que ofrecen restaurantes. En 25 manzanas acoge a entre 10 000 y 25 000 habitantes.

El sector está cerca de La Mariscal, la zona rosa de la capital, que no puede seguir concentrando la diversión nocturna, según Herdoíza. Por eso, plantea distribuir los pesos.

La Mariscal se mantendría como 'el cerebro' y se debe trabajar en otros lugares como La Floresta, La Ronda; también en Tumbaco, Cumbayá, Quitumbe, Calderón, Bicentenario…
Herdoíza reconoce que la Municipalidad ve en La Floresta un terreno para ese objetivo. ¿Por qué? Es un referente en lo gastronómico y turístico, tiene 38 restaurantes, la mayoría de lujo. Aunque advierte que todo se haría más técnicamente.

A los moradores la idea no les atrae. Se precian de ser organizados, tienen una página en Facebook. Siguen casos que alteran su paz y llenan de cartas físicas o digitales en redes sociales a la Agencia Metropolitana de Control, con quejas por ruido, falta de permisos, etc.

En el 2011 consiguieron que el Concejo aprobara un plan especial de ordenamiento urbano. Y este año un inventario de casas patrimoniales.

Rocío Bastidas y su familia son 'florestanos'. Tiene 60 años y ha vivido 35 allá. Sus dos hijas, de 34 y 24, nacieron en el barrio. Habla del plan como un instrumento de planificación que norma y define criterios consensuados, sobre cómo quieren vivir en ese espacio.

“No deseamos ser otra Mariscal, somos La Floresta, más que nada residencial; aquí convergen locales pequeños”.

Pero del otro lado están los inversionistas que han visto en el barrio un imán para los negocios. El español Salvador Díaz cuenta que hace 10 meses abrió la cuarta sucursal de la franquicia de restaurantes Rómulo y Remo, en la Isabel la Católica y La Coruña. “Nos interesó La Floresta porque está posicionada como centro gastronómico de la ciudad”.

Todas las urbes importantes cuentan con zonas para pasear, tomar un café y compartir, comenta Díaz. Por eso, “Quito ya tiene una zona rosa identificada con la rumba. Necesita una zona de entretenimiento más gourmet”, donde existan más parqueaderos y seguridad.

En la Isabel la Católica también está La Briciola. Su dueño, el italiano Fabio Marotti, no niega el éxito que alcanzó su restaurante. Lleva 18 años en el sector. El año pasadó dejó el local arrendado en la Toledo por uno construido a su gusto, que incluye un subsuelo de parqueos para los clientes.

Los vecinos reiteran que la zona gourmet de su barrio está en la calle Isabel la Católica. Y no desean que crezca.

Fabricio Guamán repite que al Municipio se le fue de las manos La Mariscal y que no quieren que lo mismo suceda en La Floresta. Él regenta la Casa del Árbol, punto de encuentro de productores orgánicos y compradores; de trueques de cosas usadas, foros... “Los dueños de negocios de La Mariscal viven en otro lado, no les importa la dinámica del barrio”.

Una opinión más flexible tiene Juan Pablo Jervis; abrió hace un año Jervis cafetería, en la Guipúzcoa. Dice que en Quito no hay opciones familiares y que a La Floresta, los sábados, llegan padres e hijos. “Se debería evitar los karaokes y discos”. Pero ¿por qué no un elegante bar tipo años treinta, con una linda barra? No un chupadero de universitarios, señala.

En contexto

Este barrio residencial tiene un plan especial, acordado con sus vecinos en el 2011. A mediados de junio, Mecánica Urbana, una unidad municipal, presentará algunos cambios en La Floresta, que se plantearon con la participación los moradores.

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