Zaratustra y los grandes bancos

Hay una especulación súper candente que circula en el mundo bancario. Un nuevo acuerdo del Comité de Supervisión Bancaria  de Basilea aparece en el lejano horizonte, y esto inició una nueva moda de cuchicheos financieros.Las buenas prácticas bancarias que dicho organismo ha establecido han gozado de tanta popularidad que se han vuelto referentes claves. Agencias de notación, inversores y autoridades bursátiles las perciben como políticas fundamentales de los bancos.Aparentemente se acordarán nuevas normas de liquidez, límites de endeudamiento en relación a los fondos propios y transparencia. El objetivo es que las grandes entidades financieras sacrifiquen un poco de sus colosales beneficios a cambio de los colchones de seguridad que pudiesen haber diluido el calibre de la pasada crisis.Sin embargo, del cuchicheo ya se percibe claramente el poco ánimo de los agentes financieros para cumplir con estos venideros cánones. Todo el mercado parece estar ya convencido que la ingeniería jurídica y financiera proveerán medios de cumplir con el texto de las normas sin tener que acogerse a su espíritu. Lo que nos lanzaría a un nuevo espiral de desenfreno libertario similar al que estuvo detrás del crack.Más allá de la forzosa referencia que nos ofrecen las teorías que han resaltado el carácter cíclico de la economía, (como el caso de los ciclos de Kondratiev); la historia financiera, y en particular, la bursátil, parecen ejemplificar peculiarmente la imagen del eterno retorno.Como Nietzsche lo pensó, un retorno perpetuo a lo idéntico puede ser muy destructivo; los individuos pueden percibir la esterilidad de sus acciones. Por tanto pueden decidir  no decidir, vivir como plancton llevados por la corriente.En la perpetuidad del tiempo, todos los posibles escenarios se suceden, y una futura crisis es segura. El eterno retorno es inevitable, pero la existencia tiene sentido solamente cuando los individuos gobiernan a través de su voluntad los valores que los guían.Si los actores del mercado asumen una aceptación resignada de los desenfrenos que se permitirán las instituciones con poder, estaremos frente a un eterno retorno nefasto. Por el contrario, si con la nueva regulación se da un cambio de ética, no importa que el futuro albergue otra crisis, lo importante es el uso que el hombre da a su voluntad.Para Zaratustra, la serpiente del retorno a lo idéntico que se nos atraganta, solo es superable a través de la propia voluntad. “Vi a un joven pastor retorcerse en convulsiones, el rostro descompuesto y una enorme serpiente negra colgando fuera de su boca… Mi mano comenzó a tirar de la serpiente; ¡pero en vano!… Entonces algo en mi corazón comenzó a gritar ‘¡Muerde! ¡Muerde sin descanso! ¡Arráncale la cabeza!”.

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