TIERRA PARA TODOS

‘La tierra es para quien la trabaja” era la vieja proclama de los lemas que alentaban los vientos socialistas de inicios del siglo XX. El problema de la tierra en el Ecuador encierra distintas visiones y todas complejas: la estructura agraria y la presión demográfica y social. Hoy como ayer, la relación de los campesinos, agricultores y los propietarios de la tierra ha generado tensiones y no menos conflictos.

La estructura agraria precaria fue heredada de la Colonia, donde el concertaje y la vieja hacienda marcaron además una situación de inequidad anacrónica.

Hoy los conflictos presentan otras aristas que pasan por la urgencia de aplicar las leyes vigentes que, especialmente en los últimos años, atienden a la protección ambiental y a zonas que se aconseja que se mantengan intangibles.

Una investigación del Diario EL COMERCIO mostró que la reserva Cotacachi-Cayapas se encuentra penetrada por varias organizaciones que tienen planos y documentación oficial y actuaron alentadas por ofertas gubernamentales. Los invasores son colonos, no nativos.

Las invasiones, según los testimonios, se iniciaron tras la aprobación de la Constitución de Montecristi. Alentadas por el discurso, varias tomas de tierras se ejecutaron en distintas provincias. Muchas de esas tierras ya tenían dueños.

Una política clientelar puede generar disputas y hasta causar enfrentamientos violentos. Si desde la cúpula del poder se proclama aquello de que “la Tierra es de todos” el equívoco puede ser monumental y el daño, irreparable.

Por una parte es imprescindible la plena vigencia de la propiedad privada, y la seguridad jurídica en el país. Por otra, es urgente preservar nuestra heredad natural. Se demanda actos de gobierno responsables, sin demagogia.

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