Técnicos del Instituto Geofísico realizan el monitoreo del Guagua Pichincha, como ocurrió en febrero del 2014. Foto: Archivo/ EL COMERCIO
El monitoreo en el Guagua Pichincha se duplicó y los ojos de la gente y de las autoridades están sobre el volcán. 16 años después de su último proceso eruptivo, este coloso ubicado al occidente de la capital vuelve a sacudirse. Desde finales de enero de este año, el Instituto Geofísico empezó a registrar un incremento en su actividad.
Hasta el momento, el instituto ha emitido cuatro informes, según lo reporta Mario Ruiz, jefe del departamento geofísico de la Politécnica. En el primero, se anunció la presencia de enjambres de sismos leves.
En el segundo reporte, los sismos tuvieron mayor fuerza; en el tercero se dio a conocer que se registraron dos explosiones freáticas y en el último informaron sobre un tremor (movimiento del volcán) de tres horas de duración.
Estas señales no son normales en un volcán inactivo, pero tampoco anuncian que ocurrirá una erupción. Ruiz explica que hay volcanes que pueden pasar muchos años registrando ese tipo de movimientos.
El Guagua Pichincha ha erupcionado en dos ocasiones. La de 1660 fue mucho mayor que la segunda, ocurrida en 1999. Aquel último período eruptivo fue lento y prolongado. Empezó en octubre de 1999 y concluyó en mayo del 2000. Además, contó con un largo calentamiento. Aquella ocasión, el volcán pasó 18 años presentando alteraciones en su actividad.
En el 81, por ejemplo, hubo una fuerte explosión y la vegetación que había en el piso de la caldera de la elevación comenzó a morir. Las más fuertes se presentaron en 1993 y en 1997, cuando hubo explosiones, sismos y tremores similares a las ocurridas estos días.
Ruiz insiste, enfáticamente, en que estas señales no son indicios de una inminente erupción. Las explosiones freáticas significan que el agua subterránea que está dentro del volcán se está sobrecalentando y sale violentamente por la presión.
Un volcán está conformado por dos capas de magma, otra capa de material poroso donde está el agua y finalmente un sello de rocas. Ruiz explica que al momento, el agua está siendo calentada por el magma que es una fuente de calor.
Para tener una idea, cuando va a ocurrir una erupción, el volcán presenta ciertas señales. Estas son similares a las que han ocurrido estos días, pero en mayor escala. Por ejemplo, en septiembre de 1999 llegaron a ocurrir 7 000 sismos por día, mientras que hoy, en los picos, ocurren apenas 150.
En caso de que hubiese una erupción, la lava del Guagua Pichincha no fluiría hacia las zonas pobladas. Su lava es bastante viscosa, explica Ruiz, por lo que formaría domos, tal como sucedió en 1999.