El volcán Cotopaxi no pudo ser observado la semana pasada, porque estuvo nublado. Foto: Glenda Giacometti / El Comercio
Lo que ocurre en estos últimos días con la actividad del volcán Cotopaxi se explica de la siguiente manera. Muchos de los volcanes tienen unas fases de descanso y otras de erupción.
Benjamin Bernard, vulcanólogo del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, llama a este comportamiento como una oscilación en la actividad. Es lo que se observa en el volcán Tungurahua, que en octubre pasado ya cumplió 16 años en erupción.
La oscilación significa que el Cotopaxi nuevamente necesita recargar material (magma) y un poco de energía.
Eso fue lo que hizo el 3 de octubre cuando el Geofísico registró el ingreso de nuevo magma (de pequeño volumen). Desde ese día hubo nuevas columnas de ceniza y gases. Lo mismo ocurrió desde mediados de septiembre. Y luego de cada una de esas fases bajó la actividad superficial del coloso de 5 897 metros; es decir, hubo pocas emisiones de material.
Por eso, en el último informe especial (22) del Geofísico, se señala que el monitoreo hecho hasta el 5 de noviembre evidencia una reducción paulatina de la actividad superficial. Eso podría indicar que la fase eruptiva actual, que empezó el 3 de octubre, se está terminando.
Desde el 14 de agosto, cuando comenzó el proceso eruptivo, se ha registrado el ascenso del magma en dos ocasiones, por lo que es probable que se produzca una tercera alimentación que perturbaría el sistema del volcán, señala Patricia Mothes, jefa de Vulcanología del Geofísico.
Entonces, este proceso no ha terminado y es poco temprano para decirlo. Bernard es más enfático: “Cuando empieza un ciclo eruptivo no es para terminar luego de dos pequeñas manifestaciones o erupciones”.
Para Patricio Ramón, otro vulcanólogo del Instituto, la actividad es sostenida, aunque los niveles de los parámetros de medición hayan disminuido en la última semana.
En el reporte especial del Geofísico, publicado el 6 de noviembre, se detalla que la actividad interna en la última semana ha estado dominada por los sismos conocidos como volcánico-tectónicos (fracturamiento de la roca interna del edificio volcánico). Se han presentado entre 50 y 100 eventos, cuyas magnitudes han sido bajas (entre 0,2 y 2,4 grados).
Esa disminución se refleja en una menor liberación de energía frente a la de hace uno o dos meses. Este parámetro se manifiesta en una actividad superficial baja.
También, ha habido pocos sismos de tremores de emisión, y la salida de una menor cantidad de ceniza y de gases de dióxido de azufre (SO2). De este último parámetro se han registrado menos de 2 500 toneladas por día, cuando a principios de octubre sobrepasaban las 5 000 toneladas.
Pese al descenso de los sismos volcano-tectónicos, Mothes cree que es una cantidad considerable y debe ser tomada en cuenta, porque quiere decir que el comportamiento del Cotopaxi no ha retornado a los niveles anteriores (hasta antes del 14 de agosto). Eventualmente, los sismos pueden subir o bajar.
Mothes esboza dos aspectos. Primero: si no hay otro ingreso mínimo de material magmático, la actividad de la montaña va a seguir como ahora, “medio estable, sin subidas ni disminuciones importantes. Este proceso puede durar de semanas a meses. Segundo: si hay otro ingreso de magma –todavía pequeño- podríamos empezar a registrar nuevas explosiones, como en agosto, mitad de septiembre y octubre.
Por ahora, aún no hay evidencia del arribo de otra cantidad de magma, dice Mothes.
Debido al poco volumen de magma no se ha observado la expulsión de lava, ni siquiera alrededor del cráter.
En las noches despejadas se han observado brillos, pero no es por el material caliente saliendo, sino por los gases calientes, asegura Bernard.
“La luminosidad se debe a que dentro del conducto hay material caliente. No es un reflejo de la cercanía del magma. No tenemos evidencia de que el magma estuviera cerca de la superficie. El vapor de agua es suficiente para reflejar el brillo. No es necesario que haya material (ceniza) en las emisiones”.
El cráter no ha podido ser visto desde la semana pasada, porque ha estado cubierto por las nubes. Los técnicos del Geofísico realizan este día (11 de noviembre) un nuevo sobrevuelo.