El volcán Cotopaxi, el martes 1 de septiembre de 2015. Foto: María Isabel Valarezo / EL COMERCIO
El volcán Cotopaxi ha permanecido en calma durante dos días. Los tremores que provocan el movimiento interno del coloso son más cortos y no hay emanación de ceniza.
“La emisión de hoy (lunes) fue fundamentalmente de vapor de agua y gas. La cantidad de ceniza emitida por el volcán fue mucho menor a lo observado en días anteriores”, dice el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional en su informe de la noche del lunes 31 de agosto último.
Este comportamiento sugiere que existe un nivel menor de actividad, es decir la perturbación interna es baja, porque hay menos movimiento de gases y empuje del magma. Hay un poco de disminución en todos los parámetros de monitoreo.
Sin embargo, esto no significa que su actividad haya bajado; además, es muy temprano para determinar aquello y se debe esperar más tiempo, debido a que los procesos volcánicos no son lineales, pues a veces se tienen pausas y luego hay reactivaciones.
Desde del 22 de agosto, la actividad del Cotopaxi se caracterizó por la salida continua de ceniza y gases y se mantuvo así hasta el domingo 30 de agosto. Estas condiciones se debían a la presión interna que soportaba el volcán andino.
Hasta el momento, los técnicos del Geofísico no han encontrado incandescencia en la parte superior del cráter ni indicios de magma, según el boletín especial 12.
Pero sí hay un aumento de la temperatura en los flancos superficiales del cráter. En el último monitoreo térmico, realizado el 26 de agosto, se detectaron temperaturas por encima de los valores que se encontraron en el primer sobrevuelo del 18 de agosto. “(…) Los resultados obtenidos indican que entre las dos fechas indicadas la temperatura de las columnas de emisión se incrementaron significativamente, llegándose a obtener valores de alrededor de 150° C en las imágenes tomadas el 26 de agosto”.
En ese informe también se explica que desde el 13 de agosto, cuando ocurrió el enjambre de sismos, la red de sismógrafos ha registrado un creciente número de dichos eventos. Después del enjambre se produjeron las primeras explosiones del volcán (14 de agosto).
La magnitud más alta hasta el momento ha sido de un sismo de 3.4 grados, que sucedió a las 04:30 del 25 de agosto. Se ubicó en la parte alta del cráter.
En algunos casos, estos eventos son detectados cuando el volcán experimenta momentos con poco tremor. “Este patrón puede asociarse a una serie de válvulas dentro del conducto, las cuales se cierren cada cierto rato. El sismo representa el empuje que ayuda a abrir la válvula y permite nuevamente el flujo del gas hacia la superficie”, dice el boletín.
El Geofísico explica que hay dos niveles de sismos: unos se producen entre los 3 y 7 kilómetros de profundidad bajo el cráter, mientras que los otros entre 9 y 12 km.
Los sismos evidencian que el magma se encuentra a 3 kilómetros de profundidad del cráter y está estancado, posiblemente por la presencia de un sistema hidrotermal (agua), que le impide ascender. Por eso, la emisión de vapor.
Por ahora, la actividad del volcán no se ha intensificado, ya que no presenta señales de aquello; y no hay bramidos ni ruidos internos. Por ello, se mantiene la alerta amarilla.
El Geofísico también determinó que el pequeño lahar que se registró a las 14:40 del viernes 28 de agosto en el sector occidental bajó menos de un metro de altura desde el cono. Este lahar secundario se formó por la mezcla de ceniza y la lluvia que cayó ese día, más no porque se haya derretido el glaciar de ese lado del volcán.