Pekín. ANSA y AFP
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La región de Xinjiang, en el noroeste de China, son un escenario de un estallido de violencia étnica.
Una minoría étnica
Los uigures son una minoría étnica musulmana originaria de Xinjiang. Representan casi la mitad de los 19,6 millones de habitantes de esa región. Urumqi, ciudad con 2,3 millones de habitantes y situada a 3 000 km de Pekín, es la capital de Xinjiang.
Estados Unidos “lamenta profundamente” las muertes que ocurrieron el domingo en disturbios étnicos en Xinjiang. Así lo declaró ayer desde Washington el portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó ayer a los gobiernos a respetar el derecho de los pueblos a protestar, al ser consultado acerca de los disturbios en China.
Al menos 156 personas murieron y unas 800 resultaron heridas en los enfrentamientos del domingo entre ciudadanos uigures y fuerzas de seguridad en Urumqi, capital de Xinjiang. Así lo informó ayer la agencia estatal de noticias Nueva China.
La agencia reportó, además, que fueron efectuados centenares de arrestos, en un conjunto de hechos que comenzó a generar reacciones internacionales de condena. El Gobierno chino consideró que estos hechos de violencia son un complot en su contra.
Los enfrentamientos estallaron tras una protesta por parte de miles de uigures en Urumqi en contra del desempeño del Gobierno en un enfrentamiento entre chinos de la etnia Han y trabajadores uigures, a finales de junio, donde murieron dos de estos últimos.
Según la agencia China News Service, cerca de 700 uigures quemaron anteanoche vehículos, levantaron barricadas y atacaron negocios y casas de “ciudadanos inocentes” en Urumqi.
Con la intervención policial y de las fuerzas de seguridad se generó una batalla que derivó en la muerte de 156 personas y cientos de heridos. Se trata del hecho más grave registrado en Xinjiang, región desértica y montañosa rica en recursos naturales en el noroeste de China.
El Gobierno de Pekín denunció que los hechos del domingo son fruto de un “complot administrado desde el exterior” por el jefe de los uigures, Rebiya Kadeer, con el objetivo de crear en Xinjiang un estado independiente.
Las acusaciones fueron rechazadas por la Uyghur American Association (UAA), fundada por el disidente en exilio Rebiya Kadeer. Este, en cambio, denunció que agentes de la Policía y grupos paramilitares dispararon contra miles de uigures que estaban protestando “pacíficamente, como es su derecho” .
En un comunicado, Kadeer también afirmó: “Es una práctica habitual del Gobierno chino la de acusarme por cualquier incidente que se verifique en el Turkestán del Este (el nombre con el que los nacionalistas uigures indican a Xinjiang), y a su santidad el Dalái Lama por cualquier cosa que sucede en el Tíbet”.
Las autoridades chinas “debieran admitir que la pacífica protesta fue realizada por el ilegal ataque que causó la muerte de trabajadores uigures en una fábrica de juguetes en el Guangdong”, agregó Kadeer, empresario de 70 años que vive en el exilio desde 2005, tras pasar seis años en prisión, acusado de haber puesto en peligro la seguridad del Estado.
El canal chino CCTV difundió imágenes en las cuales se ve a jóvenes uigures que destruyen automóviles, lanzan piedras contra un objetivo no visible e incendian un bus, pero su autenticidad no pudo ser verificada.