Victoria: ecología y belleza

Imagínese una ciudad donde los animales, las personas, el agua de los ríos y del mar, hasta  las calles y los edificios son tratados  todos con respeto.

Tenga en cuenta

Victoria. El clima en esta ciudad es templado, por eso las personas retiradas se van a vivir allá. La conciencia  ambiental ya está generalizada entre  la población por lo que todo lo hacen por convicción, antes fue por educación. La gente cree en la ecología.

Turismo. Victoria vive del turismo, del avistamiento de ballenas, por eso se preocupan  por tratar y limpiar de toxinas  el agua que   llega  al mar. Si bien hasta puede sonar exagerado, este tipo de ciudades sí existen en el mundo. Son concebidas pensando en  el entorno  ecológico, cada detalle ha sido tomado en cuenta para vivir en armonía con la naturaleza.

Paulina Gándara, profesora de Lingüística, de idiomas  y turista, regresó después de 9 años  al colegio donde estudió en su juventud, para ello visitó a la ciudad de Victoria, en Canadá.

Su sorpresa fue muy grande al ver que en esta ciudad el cuidado ecológico ha evolucionado tanto que ha calado hondo  en  habitantes y en  instituciones. Por ejemplo, los esferos promocionales que se dan en los hoteles son de cartón, excepto por los extremos y la mina, es decir, han minimizado el uso del plástico. Asimismo, se privilegia el uso de jabones de glicerina porque su uso no contamina las aguas, como sí sucede con los jabones de laboratorio.

Las prácticas en los hoteles alcanzan hasta que ya no se cambian ni de  sábanas ni toallas diariamente, sino solo cuando el hospedante lo pida. Todo, para ahorrar los recursos naturales porque están conscientes que es un gasto innecesario y superfluo.

En el diario vivir las acciones para cuidar la naturaleza también son muy evidentes. En el supermercado no se entregan fundas de plástico, sino los usuarios compran bolsas de tela que tienen mensajes ecológicos  estampados en  donde llevan sus compras. Las hay de distintos colores para separar los productos de limpieza de los alimentos, etc. Las bolsas de tela cuestan menos de USD 1, (para incentivar su compra)  y si no se tiene una, le entregarán el mandado  en bolsas de papel.

En las calles no se encuentra basura tirada (en parte porque las multas por hacerlo son muy altas), los vehículos respetan al peatón  y al ciclista (que su número se ha incrementado considerablemente), existe tanto  respeto, que los ciclistas no tienen la necesidad de circular por vías especiales. Los automóviles están bien calibrados para disminuir la contaminación, sin embargo, la mayoría de la  gente prefiere ir en buses del transporte público porque son excelentes. Nadie pita. Además, si alguien  tiene un carro muy viejo, el Gobierno local  le da USD 5 000 para que pueda cambiar por uno nuevo. 

La basura en  los hogares es separada en contenedores de colores (blanco, azul, verde y rojo), por tipo (orgánica, plástico, vidrio, papel) y cada día es recogida una de estas variedades, para que no se mezcle entre ellas.

En el campo educativo, Paulina Gándara habla de la institución donde estudió: el Lester B. Pearson College (llamado así en honor al premio Nobel de la Paz que entregó su dinero para crear un colegio internacional, que es parte de los 13 UWG o United World Colleges). Ahí los estudiantes se quedan en las tardes para separar y reciclar la basura que genera la institución; con el material orgánico hacen fertilizante para los alimentos que ahí se siembran. 

En las cafeterías las charolas tienen una calcomanía con una leyenda  inquiriendo sobre si realmente es necesario el uso de dicho objeto, ya que para su lavado se necesita una cierta cantidad de agua y jabón que se podrían ahorrar.   Así que los estudiantes si solo llevan un sánduche y un café, por ejemplo, ya no utilizan una  charola, como lo hacían antiguamente.

Como Victoria vive del turismo, del avistamiento de ballenas,  se preocupan mucho por conservar la naturaleza.

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