La versatilidad del tango se mostró en Quito

Redacción Cultura

Foverver Tango fue vendido como un espectáculo de Broadway y los miles de   asistentes que acudieron el sábado al Teatro Nacional de la CCE      encontraron precisamente un show de esas características.

Las dos funciones (a las 18:00 y a las 21:00) del espectáculo, ideado  y dirigido  por el productor argentino Luis Bravo, tuvieron su capacidad casi copada
(1 800 personas). 

Al principio actuó el bolerista ecuatoriano  Jaime Reyes  con  una ejecución vocálica y escénica pulcra y elegantemente emotiva de clásicos como Hola soledad o Cuando llora el corazón.

El espectáculo central de la noche empezó, acto seguido, con una composición musical  titulada Preludio del bandoneón  y la noche. La orquesta del show,  compuesta por un piano, un chelo, cuatro bandoneones  y dos violines, elaboró una melodía melancólica y dramática que fue seguida en el escenario por los bailarines Victoria Galoto y  Juan Paulo Horvath. Su coreografía mostró  la  rica gama de movimientos clásicos del tango. Los pasos, las vueltas, los pequeños  y rápidos giros de los pies, la actitud voluptuosamente desafiante...

La siguiente pieza fue meramente instrumental. La orquesta,  dirigida por el maestro Víctor Lavallén,   interpretó su Obertura  con  virtuosismo,  carácter  y solvencia emocional que se alimentaba por exclamaciones de ánimo de los mismos músicos.

Esas dos primeras piezas dieron cuenta del concepto que marcó al show: mostrar el virtuosismo y la versatilidad   del baile  y de la música del tango.  Durante las dos horas que  duró el espectáculo  solo se cantaron tres canciones:  Uno,  El día que me quieras y el candombe Oro y Plata.   El  cantante Martín de León mostró gran manejo escénico  y un profundo carisma que sedujo al público.   
 
Las piezas de baile  y las composiciones musicales  fueron estructuradas en una línea argumental  que mostraba desde los principios  barriobajeros del tango (poblados de ‘compadritos’  rufianescos y damas ligeras de ropa)  hasta las posibilidades humorísticas  y, por supuesto,  sensuales del tango.  Los músicos también mostraron  un gran dominio del género, sobre todo en los solos que  interpretaron Jorge Vernieri (en el piano) y Rodion Boshoer (en el violín) durante una emotiva versión del tema  Adiós Nonino, de Astor Piazzolla.

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