Redacción Guayaquil
De un cartón, Rosa Pino desempaca las fundas con pantalones. Uno a uno los cuenta y los coloca dentro de su pequeño local en el sector Huaynacápac, en la tradicional Bahía (centro de Guayaquil).
Junto a ella transitan varios hombres y mujeres que miran la mercadería en exhibición. “Aún no despuntan las ventas”, comenta la vendedora.
Pino dice que a diferencia de años anteriores, el negocio ha sido flojo en los primeros días de diciembre. “Estoy vendiendo máximo unas 10 piezas al día. Otros años vendía hasta 50”.
El aumento del precio de la ropa es para ella la causa. La aplicación de nuevos aranceles obligó a subir el precio de un pantalón de USD 6 a 10. “La gente solo pasa, pregunta y se va”.
Unos cuantos quioscos más adelante, Pedro Madrid acomoda los jeans en una repisa. Hasta las 11:00 del pasado sábado solo había vendido una pieza.
“Está muy malo el negocio. Esperamos que a partir del 15 las cosas mejoren, pero lo dudo”.
En los callejones, las personas circulan en busca de ropa, zapatos y otros artículos. Pero son pocos los que cargan las fundas con las compras. “Estoy viendo cuánto cuesta cada cosa para armar mi presupuesto. Me toca esperar la quincena”, comenta María Castro, una ama de casa.
Según un estudio de la consultora IPSA, el 39% de los encuestados (780 personas en Quito y Guayaquil) prefiere hacer sus compras en la Bahía o Ipiales.
El 55% lo hace en los principales centros comerciales. Ahí el movimiento se concentra en las jugueterías y comisariatos.
Bryan Salamon, gerente de Mi Juguetería, explica que este año, noviembre sirvió para que los consumidores averigüen precios. Y que recién a partir de la primera semana de diciembre se concreten las ventas. “La gente está más cauta. Esperemos qué pasa hasta el 25. Igual los niños siempre quieren juguetes”.