Redacción Tulcán
El olor a gasolina no incomoda a Blanca N., ni a sus dos hijos. La mujer de contextura gruesa se protege con un paraguas de la lluvia.
Un banco de madera colocado al filo de la vereda de la vía al Aeropuerto de Ipiales (en Colombia) es su sitio de trabajo. En esta carretera un centenar de familias del barrio San Carlos y Punes se dedican a la venta del combustible y GLP ecuatoriano.
1 222 cilindros
decomisó la Dirección de Hidrocarburos, en 2008. En 2009 fueron 1 036 cilindros.
Los comerciantes colombianos exhiben las canecas en la vía y en las casas hacen modificaciones.
Quienes tienen dinero construyen rampas para facilitar la movilización de los carros que les proveen del combustible. Los patios se convierten en bodegas y se improvisan instalaciones con bomba de succión, que se conectan a tubos que están bajo tierra.
Algo parecido ocurre en Tulcán. Autos y camiones con placas ecuatorianas se estacionan al costado de las casas en Ipiales para descargar. Cada comerciante tiene su ‘distribuidor’ fijo. “No hay fuentes de empleo y apenas se gana USD 10 diarios”, dice un ama de casa, madre de cinco hijos. Ella compra 15 galones diarios de gasolina ecuatoriana y dos cilindros de gas al mes.
En otra vía que conduce a Las Lajas y a El Charco está Manuel C., junto con su esposa y su hijo. Los tres están en el parterre de la vía principal. Al frente están los ‘grandes’, expresa.
Él se refiere a los comerciantes que revenden el combustible en tambores de 55 galones y tienen sus propios vehículos con placas ecuatorianas.
Sus clientes son dueños de tractomulas, taxis y autos particulares. Cada galón de gasolina extra se vende en USD 2,50 y el diésel en USD 2. Este costo varía por la carga y las distancias que recorren los mulares.
En Carlosama, por el sector de Río Carchi, hay 20 minutos de recorrido. Ahí el galón de gasolina está en USD 13 y un tanque de gas en USD 15. Antes por este sector se movilizaban a diario 700 tanques de gas ecuatoriano de 15 kilos. Una campaña que emprendió la Dirección de Hidrocarburos en Colombia redujo la venta ilícita a 400. Ellos cambiaron los cilindros de gas ecuatoriano por los colombianos y a las amas de casa les obsequiaron las válvulas. El costo del cilindro colombiano bajó de USD 13.
En 2008 en Carchi se emprendió el Plan de Soberanía Energética para frenar el contrabando de combustible pero, a pesar de esta medida, el tráfico no se detiene. En los dos últimos años en El Brinco, La Rinconada, tras el Coliseo 19 de Noviembre, Cuatro Esquinas, Río Carchi… se abrieron nuevas trochas.
Ahí, los negociantes entierran los tambores de combustible y esperan los pedidos de Colombia. Para el traslado usan los mulares y acomodan las canecas y los tanques de gas y pasan al otro lado.
Si hay policías o militares les toca ‘cuadrar’, según denuncias. Los negociantes han llegado a pagar entre USD 10 y USD 100, según la cantidad que quiera pasar hacia Colombia. Estos supuestos sobornos a los uniformados ecuatorianos son negados por los comandantes provinciales.
Pero la venta ilegal de combustible tiene un acuerdo previo con dueños de estaciones en Tulcán.
En 2009 tres gasolineras fueron clausuradas por una supuesta comercialización ilícita. El ex intendente Ernesto Flores ordenó el cierre, pero los dueños se defendieron y negaron la acusación.
En los camiones autorizados para la transportación de carga por Rumichaca también se aprovecha para llevar combustible. En los cajones de madera se esconden los galones y se camuflan cilindros de gas.
Otra de las modalidades que en los últimos dos años tiene un repunte es la compra de camiones Ford 350 y autos vetustos con placas de Pichincha, Tungurahua y Chimborazo. Los negociantes de ambos países les modifican los tanques del combustible. Cada carro puede almacenar entre 150 galones y 500 dependiendo del cambio del tanque.
Javier Jiménez, dueño de la estación de gasolina Villarreal y presidente de los distribuidores de combustible de Carchi e Imbabura, comentó que cada propietario es responsable del manejo de las estaciones de servicio.
“Las autoridades de control tienen que hacer su trabajo y no responsabilizarnos de la fuga del combustible”.
De las nueve estaciones, seis reciben 100 000 galones mensualmente. Las restantese entre 140000 y 180 000. Según Villarreal, es suficiente para Tulcán.
Cecilia Valencia, titular de los negociantes informales de combustible, dice que la Policía de Tránsito debe investigar estas presuntas irregularidades. Comentó que la represión de la Policía en el último operativo de la semana anterior donde una joven resultó quemada, debe esclarecerse.
De su parte, Jorge Mejía, jefe del Comando de la Policía, afirma que hay mafias dedicadas al tráfico de combustibles y que hay negociantes que ya están identificados. Advirtió que junto a la Unidad de Delitos de Hidrocarburos de la Policía se hará allanamientos para detener a los ‘cabecillas’ de este ilícito negocio.
Un proyecto en marcha
En Tulcán se inició un proyecto piloto para disminuir el contrabando de gas hacia Colombia.
El proyecto está en marcha y consiste en comprar gas a través de tarjetas y canjear en tiques el cupo asignado de cilindros en cajeros automáticos. Este plan se lo ampliará a otros cantones de la provincia.
Entre Ipiales y Tulcán hay unos tres mil negociantes. En Carchi se prepara un sistema automatizado para la venta de combustible, según comentó el actual gobernador de Carchi, Efrén Benavides.
El costo de la gasolina de Colombia esta en USD 3,40 y el diésel en USD 2,90. La gasolina extra en Colombia se vende en USD 2,50 y el diésel en USD 2. Según la Policía Judicial de Carchi, en 2008 y 2009 se incautarion 10 374 galones de gasolina y 14 209 de diésel, en el mismo período.