En la calle Albornoz, varias familias se abastecieron del tanquero que recorrió la zona. Foto: EL COMERCIO
Ollas, baldes, botellones, tinas y hasta macetas sirvieron para que la gente se abasteciera de agua, ayer, 3 de noviembre, en el norte y centro de la capital.
46 barrios se quedaron sin el servicio de agua potable desde la madrugada de ayer, debido a trabajos de construcción de la nueva Estación Universidad Central, del Metro.
La Epmaps informó que fue necesario realizar el corte para conectar dos tramos nuevos de tuberías. La alerta fue difundida por medios de comunicación y redes sociales.
Las autoridades pidieron a la ciudadanía que habita en la zona afectada, que se abasteciera del líquido con anticipación y que 14 tanqueros recorrerían las principales vías para entregar el líquido, sobre todo, a las casas de salud.
Sin embargo, no toda la población se enteró y hubo quienes amanecieron con la novedad de que no había el servicio.
María Belén Arteaga había organizado para la mañana de ayer una reunión familiar para preparar guaguas de pan y colada morada. Pero el corte arruinó sus planes.
Cuenta que a las 09:00, cuando sus primos comenzaron a llegar, se dio cuenta de que las tuberías estaban secas. A las 10:00, cuando el tanquero pasó frente a su casa en la Isaac Albéniz, hijos, primas y hermanas salieron con todo tipo de envases para recolectar el líquido para poder cocinar. Corrieron dos cuadras gritando a pulmón lleno ‘¡agua, agua!’. Y no fueron las únicas.
Debieron esperar unos 10 minutos para obtener el líquido, ya que había un grupo de unas 20 personas. En ese punto, el tanquero debió permanecer cerca de media hora debido a la cantidad de gente que salió con recipientes.
Óscar Pilataxi, conductor, contó que el vehículo salió del sector de La Chorrera con 10 m3 de agua. Recorrió 12 cuadras, deteniéndose en cada esquina y en dos horas y media, el líquido se acabó. Debieron ir a recargar en un hidrante ubicado en la calle Brasil. Al día recargan cinco o seis veces.
Repartir el agua no es sencillo. La gente se amontona y todos piden ser atendidos. Además, poner el líquido en botellones con boca pequeña es complicado. Se debe cerrar la llave para bajar el caudal, se demora el cuádruple del tiempo y el agua se desperdicia.
La mayoría de gente se acerca amable, y con paciencia, espera su turno. Pero no falta una que otra persona grosera que insulta a los trabajadores por el corte y las molestias.
Cada tanquero salió con un conductor y un ayudante. En la calle Juan Rodríguez, sector la Mariscal, otro tanquero atendió, sobre todo, a locales comerciales, hostales, restaurantes y bares.
Allí, fueron pocas las personas particulares que no recolectaron agua con anticipación.
La falta del servicio afectó a ciertos negocios. Karla Jijón es dueña de una peluquería ubicada en la calle Vargas. Se enteró del corte, pero solo recolectó dos tinas de agua, que se le terminaron a las 11:00. Debió cerrar el local debido a la falta del servicio.
Otros locales, en cambio, se beneficiaron. Carmen Valladares, dueña de una tienda en La Gasca, aseguró que en la mañana vendió 25 botellones de seis litros de agua, cuando usualmente vende dos.
En la calle Venezuela, frente a la Plaza Grande, y en el redondel de La Floresta, también se ubicaron tanqueros. Las personas pidieron a los trabajadores que regresaran más tarde para volver a abastecerse.
En La Marín, junto al Coliseo Julio César Hidalgo, y en la plaza del Teatro también se repartió agua. Según la Epmaps, el servicio se reanudará en el transcurso de este día.
Entre los barrios con suspensión estuvieron Los Laureles, La Carolina, Las Casas, Rumipamba, González Suárez, Guápulo, La Pradera, La Floresta y el Centro Histórico.