Un comedor popular, ubicado en el barrio Jaime Roldós, sufrió tres robos durante una semana. Los ladrones rompieron el techo para ingresar al lugar. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
El daño es directo para 72 personas de la tercera edad que viven en el sector de la Jaime Roldós Aguilera, en el noroccidente de Quito. Los robos ocurridos en la última semana afectaron el funcionamiento de un comedor popular que funciona en este sector. Estos hechos causaron indignación.
El último robo ocurrió este domingo, pero las secuelas permanecen hasta ahora. Esta mañana, vecinos de este populoso sector del noroccidente de Quito, se acercaron al comedor y entregaron platos y cubiertos para que estas personas puedan comer.
Por ahora, lo que se conoce es que el asalto ocurrió la noche del domingo 10 de abril. Los sospechosos ingresaron al comedor rompiendo una pieza del techo de láminas de asbesto y vaciaron la cocina: se llevaron tres tanques de gas, víveres, platos y ollas. Incluso se robaron las verduras que había para la preparación de la comida.
El padre Jisho, sacerdote de la parroquia de San Judas Tadeo, contó cómo ocurrieron los tres robos al comedor. El primero sucedió el jueves 7 de abril; los sospechosos se llevaron bancas y sillas de las aulas en donde los niños reciben la catequesis. Ese mismo día, la comunidad y el padre Jisho soldaron las puertas de las aulas y compraron nuevas chapas. El sacerdote llegó al Ecuador hace cuatro años desde la India; vino como misionero. Desde el 2014 está al frente de la parroquia.
Un comedor popular, ubicado en el barrio Jaime Roldós, sufrió tres robos durante una semana. El sitio brindaba comida a personas de escasos recursos. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO
Un día después, el viernes 8, los asaltantes volvieron al comedor y se llevaron más sillas y pupitres. El sábado, los niños recibieron la catequesis sentados en el piso. Fueron los primeros afectados.
Ahora, con el robo del domingo, los 72 integrantes de la tercera edad se suman al grupo de perjudicados. La madre sor María Filomena, de ascendencia italiana, es la administradora del comedor; cuenta que no guarda rencor por estos hechos. “No tengo indignación, pero espero que Dios les haga recapacitar a estas personas. Robaron a gente pobre”, comentó la mujer.
Antonia Tasiguano es uno de los beneficiarios que llega a diario para almorzar en estas instalaciones. Cuenta que está apenada por los robos. Los adultos mayores que asisten a este lugar son de escasos recursos, por lo que el perjuicio para ellos es grande.
El comedor funciona desde hace 23 años. Allí los 72 adultos mayores solo almuerzan, pues no hay suficientes víveres para proporcionarles las tres comidas.
Si usted quiere ayudar puede acercarse a la Iglesia San Judas Tadeo, en el barrio Jaime Roldós Aguilera que colinda con la Pisulí. También puede hacer depósitos a la cuenta de la madre Filomena: 5528243600, del Banco Pichincha.