En la actualidad y en la mayoría de hogares tanto papá como mamá trabajan a tiempo completo fuera de casa y, por esta razón, la llegada de las vacaciones de los hijos puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
Vacaciones ¡A la vista!
Tenga muy en cuenta la edad de los niños, al planificar sus vacaciones. Si existe un bebé en la familia, la playa no siempre es conveniente, pero si ese hijo menor ya tiene dos años disfrutará junto a sus hermanos y padres del mar, el sol.
Para que padres e hijos disfruten se deben ajustar las expectativas, considerar la posibilidad de ir en compañía de otras parejas que tengan hijos de la misma edad y, para evitar situaciones conflictivas, planificar vacaciones más cortas.
“Cuando regreso a casa luego del trabajo tengo un millón de cosas pendientes para hacer, no me queda tiempo para llevar a los niños a algún lugar y peor para descansar. Mi esposo y yo nos organizamos estratégicamente para minimizar en lo posible las horas en que no pasamos con los niños y tratamos de aprovechar al máximo cualquier espacio de tiempo libre durante las vacaciones de verano para dedicarnos a ellos, pero en verdad no es fácil”, comenta Lourdes, una joven madre de dos pequeños de 7 y 9 años.
Cuando se acaban las clases el horario familiar cambia, los niños van a la cama más tarde, pues ya no tienen que despertarse muy temprano; sin embargo, los padres sí deben continuar con su rutina de siempre, ese desfase que parece pequeño pudiera ser motivo de conflicto, pues papá y mamá están agotados de su día de labores fuera y dentro de casa y quisieran poder ir a descansar temprano, pero los niños están más despiertos que nunca, pues saben que al día siguiente ¡hay vacación¡
Y, claro, esto no es cuestión de unos pocos días, las vacaciones que se llaman “largas” resultan entonces, para los padres, y a veces hasta para los hijos, demasiado largas. ¿Qué hacer?
En algunos casos los padres tienen la posibilidad de pedir auxilio a los abuelos u otros miembros de la familia que permanecen en sus hogares y no salen a trabajar fuera, pero tampoco hay cómo abusar y, a veces, los niños empiezan a aburrirse cuando no hay en esos escenarios otros pequeños de su edad con quienes pueden jugar.
Si existen posibilidades económicas para hacerlo, una solución pudiera ser enviarlos a campamentos vacacionales o enrolarlos en diferentes cursos, actividades y programas que han sido especialmente desarrollados para la época vacacional. En este caso, conviene analizar la personalidad, aficiones y edad de cada hijo para determinar lo que sería más conveniente en cada caso. Por lo general, las áreas de formación musical, deportiva y artística son las más adecuadas a tener en cuenta para este propósito.
Se debe considerar que un niño tímido no se sentirá a gusto aprendiendo teatro, por ejemplo, pero sí pudiera disfrutar de clases de guitarra o de dibujo; en cambio a aquellos que se muestran indisciplinados y a veces hasta agresivos, un programa de artes marciales pudiera enseñarles autocontrol, disciplina y respeto.
En la actualidad, estos centros suelen ofrecer varias alternativas de manera que las familias que tienen dos o tres niños pueden hacer uso de un mismo sitio para que no se complique el tema del transporte. Los especialistas aconsejan que las vacaciones no sean utilizadas para igualar a los niños en sus conocimientos académicos.
Los chicos al igual que los adultos necesitan las vacaciones para desconectarse de sus tareas habituales y vivir experiencias diferentes. Tener la posibilidad de conocer otros niños que no necesariamente sean sus compañeros de colegio es importante también.
La psicóloga infantil Annie de Acevedo en su libro ‘La buena crianza’ del Grupo Editorial Norma se refiere a algo vital que es la relación de los padres durante las vacaciones. “Muchas parejas pelean y se desesperan porque no están acostumbradas a pasar tanto tiempo juntas e inicialmente se desequilibra la relación. Todo esto puede terminar siendo un caos, pero si se sabe de antemano que algo así puede pasar y no se prepara adecuadamente”, dice.