El circuito Itchimbía aglutina cuatro UPC: Guápulo, La Vicentina, El Dorado y La Tola (Alta y Baja). De espaldas, el jefe del circuito, capitán Marco Molina. Foto: EL COMERCIO
‘Tras una emergencia es más fácil acudir a la UPC de La Floresta o de La Vicentina, antes que a la de Guápulo.
Cuando los uniformados levantan el teléfono y se les pide ayuda, la respuesta es que no tienen gasolina para el patrullero, que está dañada la moto o que están en algún operativo. Ponen excusas para no acudir a nuestro llamado”.
La frase es de Guillermo Tipán, vicepresidente del cabildo de Guápulo. Él, junto a un grupo de vecinos, está inconforme con el trabajo de la UPC del sector. Dice que no se les ve a los uniformados y que la inseguridad aumenta.
Ese lío data, según Tipán, desde hace seis meses: “Antes se trabajaba en conjunto con la Policía y ahora ha disminuido el número de efectivos”.
Esto es descartado por el general Ramiro Mantilla, comandante del Distrito Metropolitano de Quito. El oficial admite que más bien se incrementó el personal, pues de la última promoción de policías de línea, 120 fueron asignados a las UPC.
En todo el Distrito funcionan 280 bases de vigilancia, en las cuales trabajan 3 470 policías.
Germania Beltrán, vecina de Guápulo, cuenta que antes la Policía se tomaba el tiempo para rodear el barrio, “hasta rondas a pie hacían, pero ahora ni en la oficina están”.
Este Diario visitó esa UPC (calle De los Conquistadores) y confirmó que, por ejemplo, el martes pasado, a las 15:00, la puerta estaba con candado.
Ante ello, Marco Molina, jefe del circuito Itchimbía, y al cual pertenece Guápulo, afirma que en el lugar trabajan un oficial y nueve policías; ellos se dividen en tres grupos de tres personas cada uno y cubren turnos de 06:00 a 14:00, de 14:00 a 22:00 y de 22:00 a 06:00.
“A veces los uniformados se van con el pase y hasta que venga el relevo, el grupo está incompleto”. Eso justamente ocurre con Guápulo, pues uno de sus policías fue transferido a otra unidad policial y el oficial a cargo salió con vacaciones de paternidad.
Lo mismo ocurre en varias UPC del norte. Incluso, a veces, alguien sale de vacaciones o cuando hay un detenido y el agente debe pasar toda la mañana en la Policía Judicial: ahí la oficina se queda con un agente menos, pero es solo temporal.
En el sur, en la UPC de la Villa Flora, el trabajo es bien evaluado. María Pareja, moradora, dice que el desempeño de los uniformados del sector es bueno. Ellos realizan patrullajes y atienden emergencias.
En las mañanas, tardes y noches, se forman los uniformados de otros sectores. Esta unidad abarca a cinco UPC.
En total se cuenta con 67 gendarmes. El general Mantilla aclara que “el número ideal del personal de las UPC se completará en el 2017; es decir, 16 uniformados en cada una de las 150 UPC que se deben construir en el Distrito Metropolitano”.
“Esas son más efectivas que aquellas pequeñitas que tienen dos o tres uniformados”, agrega. Por este último detalle, las bases de vigilancia pequeñas, de 62 barrios, fueron cerradas desde agosto del 2013; sin embargo, la presión de los vecinos permitió cambiar la decisión.
Incluso el candidato a la reelección a la Alcaldía, Augusto Barrera, reconoció el 17 de febrero del 2014 que el cierre de las UPC fue un “error de buena fe”. En ese tiempo, Barrera dijo que esa planificación fue deficiente y se “enmendó”.
Otro motivo por el cual se quedan solo dos uniformados en las UPC es, según Mantilla, por los operativos preventivos y simultáneos que todos los días se llevan a cabo de 12:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00 en todas las UPC del Distrito Metropolitano.