Redacción Deportes
Las ojeras por la mala noche se reflejaban ayer con claridad en los rostros de Juan Torres y Cristian Vanegas.
El cansancio era evidente en ambos amigos cuencanos, los cuales se trasladaron anteayer desde su cuidad natal hacia Quito, para adquirir una de las 260 tribunas que se vendieron ayer en el estadio Casa Blanca.
La travesía tuvo como finalidad observar la final de la Recopa entre Liga de Quito e Internacional de Brasil, y conocer por primera vez el estadio del club albo.
Ambos seguidores mitigaron las nueve horas de viaje en bus con bromas y un poco de Zhumir, licor típico de esa región. Así lo admitieron entre risas los hinchas.
Con una mochila, que en su interior contenía sacos para atenuar el frío nocturno, los jóvenes arribaron a las 08:00 a la terminal de Quitumbe, en el sur, mientras que a las boleterías del estadio lo hicieron una hora después.
De pie y arrimados uno al otro, los jóvenes esperaron hasta que el personal de la boletería iniciara la venta. Finalmente, a las 11:00 adquirieron las anheladas entradas.
La final de la Recopa, que se debió jugar anoche, originó que en los exteriores del estadio se reunieran hinchas de Guayaquil, Loja, Portoviejo, Esmeraldas, Tulcán…, siendo mayoría los seguidores de la capital.
Varios de ellos abandonaron su lugar de trabajo, mientras que otros faltaron a la Universidad y a los cursos vacacionales.
Ese fue el caso de David Barba. El niño de 11 años se ausentó ayer a una de sus clases de natación, mientras que Édgar, su padre, faltó a su trabajo. Ambos llegaron al estadio a las 08:00, vistiendo la casaca dorada del club azucena.
Carlos Palleroso fue otro hincha que abandonó sus obligaciones laborales. El quiteño de 29 años es camarero en el Hotel Pedrito, en el sector de El Ejido, y hoy debe realizar una doble jornada.
“Liga es todo para mí. Mañana me tocará trabajar como condenado”, argumentó Palleroso. En la afueras del coloso de Ponciano también llegaron personas procedentes de México y Panamá, identificadas con la ‘U’.
Álvaro Rodríguez, oriundo de Guanajuato, México, suspendió sus vacaciones y arribó a Ponciano con el deseo de mirar el cotejo. Él llegó acompañado por cinco amigos, a los cuales convenció de asistir al cotejo, aduciendo que Liga es el mejor club de América.