Millones de kenianos votaron hoy 8 de agosto de 2017 pacíficamente en unas elecciones generales marcadas por el deseo de superar sus diferencias tribales, pero también por una elevada tensión ante la imprevisible reacción popular que podría generar el rechazo de los resultados por parte del candidato derrotado. Foto: EFE.
La oposición rechazó los resultados parciales de las elecciones en Kenia que dieron amplia ventaja al presidente saliente Uhuru Kenyatta sobre su rival opositor Raila Odinga.
Según resultados parciales, sobre 13 millones de votos contabilizados por la Comisión Electoral (IEBC) -de un total de 19,6 millones de electores habilitados- el presidente Kenyatta, en el poder desde 2013, recibió 54,89% de los votos contra 44,28% para Odinga, imponiéndose por una ventaja de 1,3 millones de sufragios.
El senador James Orengo de la opositora Super Alianza Nacional (Nasa) dijo que esos resultados carecen de validez por no estar respaldados por las actas correspondientes de la IEBC.
Minutos más tarde, el propio Raila Odinga denunció ante la prensa los “resultados ficticios” anunciados por la Comisión Electoral. “El sistema ha fracasado. Rechazamos los resultados que se han publicado hasta el momento”, agregó.
La IEBC indicó que uno de los dos bandos le había solicitado suspender la difusión de los resultados parciales, pero que se negó a hacerlo por una cuestión de “transparencia y de responsabilidad hacia los electores y el pueblo keniano”.
Veterano de la política keniana y aspirante por cuarta vez al sillón presidencial, Raila Odinga ya había cuestionado los resultados en las dos elecciones anteriores, en 2007 y 2013.
Para ganar en primera vuelta, un candidato debe obtener la mayoría absoluta y más de 25% de los votos en al menos 24 de los 47 condados del país.
Fuera de una veintena de mesas de votación en la región de Turkana (noroeste) que resultaron de muy difícil acceso a causa de fuertes lluvias y de algunos atrasos en la apertura de las mismas, los comicios se desarrollaron sin incidentes en la mayoría de las 41.000 mesas electorales.
Varios observadores kenianos e internacionales habían manifestado su temor de que se produciesen incidentes al anunciarse los resultados de la presidencial, diez años después de las violencias más graves registradas en esta excolonia británica desde su independencia en 1963.
La comisión electoral reconoció “algunos problemas en algunos centros de votación” relacionados con el sistema biométrico de identificación de los electores, que, no obstante, funcionó al parecer mejor que en 2013.
El secretario general del partido en el poder Raphael Tunju rechazó las acusaciones de la oposición. “No me esperaba otra cosa” del partido opositor Nasa, dijo.
La votación en Kenia suele basarse en sentimientos de pertenencia étnica. Kenyatta pertenece a la etnia kikuyu y Odinga a la luo.
También se eligen gobernadores, diputados, senadores y representantes locales.
Raila Odinga, de 72 años, asegura que en 2007 le robaron la victoria y rechazó los resultados de 2013 antes de que la Corte Suprema los validara definitivamente.
Las autoridades dispusieron un despliegue sin precedentes de 150 000 miembros de las fuerzas de seguridad por todo el territorio de este país de África oriental de 48 millones de habitantes.
Desde 2013, la tasa de crecimiento del país llegó a más del 5% y se han desarrollado sus infraestructuras, por ejemplo con la nueva línea ferroviaria entre Nairobi y el puerto de Mombasa.
Pero el crecimiento económico llegó acompañado de un alza de precios de los alimentos, debido una nueva sequía a principios de año, y el gobierno no logró frenar el alza del precio de la harina de maíz, un producto básico para una mayoría de kenianos.
Además, como consecuencia del desarrollo de infraestructuras, la deuda aumentó más de 10 puntos bajo su presidencia, superando el 50% del PIB.