Los ‘trompudos’ tocan y forman parte de la sal quiteña en la plaza

Ana María Carvajal. Grupo EL COMERCIO

Una garrafa de agua helada es casi un tesoro para los  músicos de la Banda Municipal de Quito. Esta se reparte un poco cada cierto tiempo por la fila.  Algunos rocían unas gotas de agua en sus pantalones azules que parecen guardar el intenso calor del sol.

Energía no les falta a  ‘los trompudos’, como se les conoce en la capital. Ellos  llegan a la plaza de toros Quito un cuarto antes de las 12:00,  para poner música a la fiesta taurina, pero antes hacen una ‘parada técnica’. Recargan baterías con comida tradicional, preparada con la sazón única de las vendedoras del Mercado de Iñaquito. Hornado, chupé de pescado, encebollado, librillo, caldo de gallina... acompañados por un jugo de naranja con zanahoria, por ejemplo, están entre las opciones.

Los músicos  prueban algo diferente cada día. Marisol Pachacama, por ahora la única mujer de la banda,  luego de comer da una vuelta por las tiendas  del mercado. Busca alguna bebida hidratante y una ensalada de frutas para llevar. Así, la clarinetista de 21 años (la más joven de la banda) se refresca entre toro y toro.

Algunos  gustan de  las corridas de toros. Otros preferirían no ver. Pero trabajo es trabajo y al formar parte de la Banda Municipal se convierten en parte infaltable de la fiesta. Si ellos no están, simplemente la corrida no arranca.

En la primera corrida de abono, la banda llegó  tarde. Se habían presentado en el Desfile de la Confraternidad y eso descoordinó el  horario habitual.  Ese atraso molestó al público,  cuando por los altoparlantes se anunció un breve retraso en el arranque de la corrida, pues  los ‘trompudos’   aún no llegaban.

El trompetista Luis Huilca, director encargado de la institución con 76 años de trayectoria, se comprometió a que no volvería a suceder.   Para ello, los 47 integrantes de la banda deben ser disciplinados. Están pendientes del reloj para subir al bus que los transporta a la hora pactada.

Huilca  lleva 21 años  formando parte de la agrupación. Allí trabaja con músicos de entre 21 y 68 años. Para entrar deben participar en un concurso de merecimientos. Cuando algún músico se jubila, los músicos de bandas de pueblo tienen su oportunidad.

Muchos de los integrantes no solo tocan en la Banda Municipal, aunque esta es su prioridad. Hay músicos de agrupaciones parroquiales como la de El Inca, la de Amaguaña. Algunos han estado en orquestas como Batahola.

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