Cristina Heredia. Redactora
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José Lora y Luis Mejía ahora son noctámbulos. Vestir pantalones y chompas térmicas, gorras, bufandas y guantes… Cobrar pasajes, manejar atentos y hasta lidiar con borrachos, son parte de su rutina.
La hora más difícil para conducir es a las 04:00. Hay que vencer el sueño y manejar bien.
José Lora
ConductorAmbos son conductores del Trole ‘búho’, que funciona desde hace una semana en Quito. Los dos choferes, la semana pasada, tuvieron un nuevo horario. Su jornada fue de 21:00 a 06:00.
A las 23:40, del martes Lora se preparaba para iniciar la primera vuelta del Trole nocturno, en el articulado amarillo nro. 68.
El padre de cuatro hijos sacó de su mochila un par de guantes negros que solo le cubrían hasta la mitad de los dedos, una gorra gris con el logotipo del Trolebús y una bufanda del mismo color.
Lora es mediano de estatura. Tiene cabello negro y nariz aguileña. Sus compañeros bromeaban con él antes de que se embarcara en la unidad.
A las 00:00, ya estaba listo para trabajar a 11 grados centígrados de temperatura. Lora se subió al trolebús, se colocó un canguro en la cintura. Allí guarda el dinero de los pasajes que cobran a los usuarios del trolebús.
Inició el recorrido, desde la estación La Y, en el norte, a las 00:13. Llevó a cuatro pasajeros. Lora admite que su nueva jornada laboral es difícil. “En las noches hay más peligros”.
A las 00:22 llegó hasta La Colón, una de las 10 paradas habilitadas del circuito. Solo se abrió la primera puerta y se levantó para cobrar los pasajes. Tres jóvenes con aliento a licor entraron apresurados y no querían pagar la tarifa de USD 0,50.
En la noche no hay pasajeros estresados ni congestión. Por las calles se maneja más tranquilo.
Luis Mejía
conductorLuego de que Lora les explicara cómo opera el circuito, los jóvenes reunieron el dinero y cancelaron. “Hay que tener paciencia con la gente que viene un poco bebida”, dijo entre risas. Su recorrido concluyó en Quitumbe, en el sur a las 00: 55.
Pero él entiende que a esa hora, la mayoría de pasajeros sale de fiestas, reuniones o bailes.
Recuerda que antes de trabajar en este horario, dedicaba las noches para realizar presentaciones artísticas. Lora es orgulloso de haber nacido con un buen timbre de voz y de haber grabado un disco de acetato.
El mismo aguante tiene Mejía para lidiar con los usuarios que se pasaron de copas y usan el nuevo sistema que opera hasta las 06:00. Él también estaba equipado para aguantar el frío penetrante de la madrugada.
Una gorra de lana gris lo protegía del frío y cubría su cabello rizado y cano. El padre de dos hijos manejaba el trole verde número 113. La segunda vuelta de su recorrido la inició a las 02:11, desde la estación Quitumbe.
Él no usa guantes, prefiere tener las manos libres para cobrar los pasajes sin dificultad. La unidad salió con siete pasajeros.
Los tres espejos ubicados en el parabrisas y a los lados de la unidad le dan el control durante el recorrido. Dice que él no tiene miedo a trabajar a esa hora. “Es peligroso, pero tenemos que cuidarnos y estar atentos a todo”.
Para mantenerse despierto su secreto es beber el agua aromática que lleva en un termo. Otra técnica es rezarle a la Virgen de La Merced. Una pequeña figura de la santa también viaja con él. La lleva en el lado izquierdo del tablero. “Ella me cuida”.
Mejía, quien también es mecánico de profesión, llegó hasta la estación norte, a las 02:45.
Lora y Mejía no solo comparten la paciencia para lidiar con bohemios. Ellos disfrutan de manejar en la madrugada porque a esa hora no hay congestión. “La ciudad es linda, sin bulla, sin estrés”, dijo Mejía.
Los noctámbulos concluyen su jornada a las 06:00. A esa hora regresan a casa para poder dormir con la luz del sol.