Chile estrena muevo presidente. Tras el triunfo de Sebastián Piñera en las elecciones del pasado domingo, se ha puesto fin a 20 años de gobiernos de la Concertación.
¿Qué significa esto para Chile y la región? Mucho. La victoria de Piñera no solo es de la derecha sino de Chile. Es un ejemplo de cómo sí es posible tener elecciones limpias y transparentes -sin abusos en el uso de franjas publicitarias, sin manipulación de los padrones y sin irregularidades durante el proceso electoral-, de cómo es posible que las instituciones funcionen, de cómo el ordenamiento jurídico permite un traspaso no convulsionado del poder, pero sobre todo de cómo los actores políticos -con profunda vocación democrática- aceptan los resultados de los comicios.
Lo ocurrido en Chile realmente despierta sana envidia. No es el retroceso que significan actualmente gobiernos populistas y disfrazados de izquierda como el de Chávez, Correa y Morales.
Piñera, tras conocer los resultados de su triunfo, dijo a la prensa: “Los problemas que enfrentamos hoy son muy graves y desafiantes. Nuestro país necesita unidad. Vamos a buscar los caminos del diálogo y del acuerdo. Para tener un buen país necesitamos no solo un buen gobierno sino una buena oposición. Una oposición constructiva, que fiscalice con rigor pero que tenga un espíritu constructivo”.
En el caso de Eduardo Frei, candidato de la Concertación que perdió por estrecho margen, ha dicho: “Quiero felicitar a Sebastián Piñera. Fue una elección limpia y transparente como ha sido la tradición. La mayoría de los chilenos le ha dado la confianza para que conduzca los destinos del país por los próximos cuatro años. Espero que prevalezca el diálogo, la búsqueda de acuerdos y se mantengan las conquistas sociales”.
Creo que esto es fundamental. No ver a la política como el ring, como la arena de la disputa en donde el otro es el rival a quien hay que derribar y aniquilar. La política debería ser el espacio del diálogo democrático, del respeto de las tesis del otro pese a las diferencias que pudieran existir, en donde en una mesa se pueden llegar a acuerdos. Miren lo traumático que fue la dictadura de Pinochet y las heridas que eso dejó.
Y aunque es digno de aplauso lo ocurrido en Chile, ojalá que este giro no signifique un retroceso en todo lo que se ha avanzado en estos 20 años de la concertación. Pese a la reducción de la pobreza – del 45% al 11%- los niveles de desigualdad son elevados.
Siempre habrá mucho por hacer. Es importante que a través de una vía democrática y de la consolidación de las instituciones, Chile siga mirando adelante y no desfallezca en el anhelo de ser un país próspero y desarrollado.