Trascendencia del 10 de agosto

Quito está a dos meses de la celebración del Bicentenario de la toma del poder político el 10 de Agosto de 1809, que destituyó a las autoridades españolas y puso en su lugar el primer gobierno criollo en el subcontinente.

El primer decreto independentista se firmó a las cinco de la mañana. A las seis sonaron las campanas de todas las iglesias del Centro colonial y en El Panecillo se dispararon salvas. El pueblo se lanzó a las calles, los milicianos desfilaron y de barrio en barrio se leyeron los bandos revolucionarios.

Las consecuencias de este hecho, especialmente la matanza a los rebeldes independentistas encarcelados, ocurrida casi un año después, el 2 de Agosto de 1810, originó que los chilenos lo llamaran Primer Grito de Independencia de América Latina.

La gesta independentista y la noticia de la masacre a los patriotas desencadenó en toda la región una oleada de insurrecciones contra la Corona.

Posteriormente, en 1813, en su ‘Manifiesto a las naciones del mundo’, el Libertador Simón Bolívar reivindicaba la gesta de agosto con estas palabras: “En los muros sangrientos de Quito fue donde España, la primera, despedazó los derechos de la naturaleza y de las naciones.

Desde aquel momento de 1810, en que corrió sangre de los Quiroga, Salinas, etcétera, nos armaron con la espada de las represalias para vengar aquellas sobre todos los españoles”. Los hechos del 10 de Agosto de 1809 están registrados en la memoria histórica de toda América Latina, por tanto no caben posiciones interesadas en negar su valor.

Quienes pretenden menospreciar la magnitud de estos acontecimientos son voceros de una estrategia destinada a dividir a la Patria.

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