Redacción Quito
quito@elcomercio.com
Luz Robles es usuaria del transporte público. Ella utiliza bus para movilizarse todos los días y por eso cree que el pico y placa le beneficiará. Robles viaja todos los días desde Carapungo, en el extremo norte del Distrito hasta la av. Patria, en el centro-norte.
La madre de familia dice que si una cantidad de autos no circula durante las horas pico, habrá menos tránsito y se demorará menos en llegar a su destino.
Un estudio del Municipio determina que la velocidad de circulación, en un tercio de la red vial de la ciudad es menor a 10 km/h. Es decir, que existen vías saturadas. Por eso la esperanza de Robles es que si no hay congestión, los buses deberán ir más rápido. Ella se demora 60 minutos en su recorrido diario.
El mismo tiempo se tarda Juan Luis Pacheco en cruzar desde la Villa Flora, en el sur, hasta la av. Colón, en el norte, en hora pico. Él conduce un Peugeot azul y se opone a la medida restrictiva.
Según Pacheco, los días de la restricción afectarán su labor como visitador médico. “Mi carro es una herramienta de trabajo, no es un lujo”. El conductor dice que realiza sus recorridos desde las 06:30 hasta las 15:00, de lunes a viernes, porque visita varios hospitales y clínicas. El transporte público no es una opción que esté dispuesto a adoptar. “Es incómodo e inseguro. Los buseros son unos salvajes para conducir”, dice Pacheco.
Para Diego Logroño, abogado, ese no es el único problema en el sistema de transporte. Él afirma que tampoco existen líneas de buses que crucen la ciudad de oriente a occidente y viceversa.
Logroño explica que cuando tiene que movilizarse desde la av. América hasta la av. 12 de Octubre debe tomar taxi. Esto porque no hay un bus que lo movilice. “Sino me toca caminar hasta la Patria o hasta La Colón, son como ocho cuadras de distancia”.
Antonio Mejía opina igual. Él es médico y también trabaja con su automóvil. Afirma que su rutina cambiará con la aplicación de la medida restrictiva. “Yo tengo pacientes que debo visitar en toda la ciudad. Pero con la medida dejaré el auto en casa y deberé ir en taxi. Se gastará más”.
El lunes 3 de mayo no podrán circular los conductores que tengan placas terminadas en 1 y 2. La Corpaire calcula que en la ciudad ruedan aproximadamente 79 729 carros, cuyo último dígito en el registro metálico termina en 1 y 2.
El objetivo del Municipio, con la aplicación de la medida, es disminuir un 20% del tráfico de la ciudad en horas pico. Pero además, potencializar el transporte público. Es así que ni los buses ni los taxis están incluidos en la restricción vehicular.
Por ello, Gilber Nidalta, conductor de una unidad amarilla, no se opone. El conductor dice que esto lo beneficiará porque habrá menos tránsito en las horas pico.
En el mismo informe municipal se afirma que una de las desventajas de la medida es la tendencia de incremento del parque vehicular y también el incremento de taxis informales.
Eduardo Pillajo es taxista y su temor es que cuando se aplique la medida, la oferta de taxis ilegales se incrementará. “Todos necesitarán algún vehículo para moverse y ahí los más vivos se aprovechan”.
Juan Chicaiza conduce un bus desde hace 15 años y también está a la espera de la medida. El chofer afirma que se demora hasta dos horas en su
recorrido desde Quitumbe, en el sur, hasta La Marín, en el centro.
Chicaiza dice que lidiar con la congestión y con los pasajeros que le exigen llegar rápido a sus destinos, son los problemas que afronta a diario en su unidad. “Esperemos que con menos carros en las vías todo mejore”.
Pamela Sigcho es optimista. Ella conduce una bicicleta roja y negra. De lunes a viernes, la joven utiliza la ciclovía para llegar a la Universidad Salesiana. Sigcho vive en la av. Gaspar de Villarroel y se demora entre 20 y 30 minutos en llegar a la av. 12 de Octubre. La estudiante cree que la medida ayudará a mejorar la calidad del aire en la ciudad. “Ahora uno se ahoga con el esmog”. Por eso Sigcho está equipada con guantes y mascarilla.
Jeniffer Herdoíza, estudiante de Derecho de la Universidad Central, coincide con Sigcho. Aunque ella no utiliza la bicicleta, dice que sería una opción cuando empiece a ejecutarse el pico y placa en la ciudad.
Pero acota que para que la medida se cumpla debe existir un riguroso control policial.
Pero Nelson Campo se opone radicalmente al pico y placa. Él es motociclista y dice que la medida afectará a su trabajo. “Yo trabajo todo el día, no puedo dejar mi herramienta en la casa”.
Las opiniones a favor
Mejorará el tránsito en la ciudad en las horas pico. Habrá menos congestión vehicular.
El tiempo de desplazamiento de un sitio a otro mejorará. Habrá más fluidez en el tránsito.
Disminuye la conflictividad por la demanda de sitios de estacionamiento en parqueaderos.
Mejorará la calidad del aire en la ciudad. Con menos autos habrá menos emisiones de gases al ambiente.
Fomentará el uso de los sistemas masivos de transporte público como la Ecovía, Trolebús y Corredor Central Norte.
Se podrá utilizar la bicicleta como un medio alternativo de transporte para desplazarse en la ciudad.
Se disminuye la utilización de combustibles que afectan directamente el medioambiente.
Promueve la solidaridad entre los vecinos para la movilización diaria en un solo vehículo.
Las opiniones en contra
El sistema de transporte público en la ciudad es deficiente e inseguro.
No hay líneas de buses que cubran las demandas de viajes de oriente a occidente de la ciudad.
Fomenta el transporte ilegal como taxis y furgonetas que hacen recorridos rápidos y más cómodos que los buses.
Atenta contra la libertad de laborar para quienes usan los vehículos y motos como herramientas de trabajo.
Falta de control policial. La Policía, actualmente, no puede controlar el tránsito, tampoco podrá controlar que se respete el pico y placa.
Se gastará más en el uso de taxis y esto afectará la economía familiar.
Habrá un mercado informal de falsificación de placas.
Posible incremento del parque automotor debido a que los usuarios adquirirán más de un auto por familia.