Pedro Vincent BowenLo que acaba de suceder con la Ley de Participación Ciudadana (LPC), es un preludio de lo que sucederá con la Ley Mordaza (LM). La estrategia del tongo de la primera será aplicada en la segunda.Analicemos: Sale de la Asamblea la LPC aprobada por los asambleístas gobiernistas y opositores rumbo al ‘ejecútese’. En su texto nada dice de censura previa ni suspensión ni clausura de medios. De Carondelet regresa vetada. Se toma votación a favor y en contra del veto. Pero no hay los suficientes votos para aprobar o rechazar el veto. Entonces, se espera 30 días en calma chicha… hasta que por imperio de la Ley, automáticamente queda aprobada con los agregados del Ejecutivo.Con esta fórmula se aprobarán las leyes que de ahora en adelante salgan de la Asamblea, incluyendo la LM tal como se hace en Venezuela, Bolivia y Nicaragua que, por ‘coincidencia’, han contado con el asesoramiento de Viciano Pástor y Heinz Dieterich mentalizadores de la ‘Revolución Siglo XXI’.Los asambleístas de oposición no deben caer en esta trampa.La Panacea llamada ChávezAndre Mauricio Benavides M.La visita del presidente de Venezuela a nuestro país el viernes 26 de marzo nos llena y nos lleva al desconcierto, más aún cuando este paso de ser el líder popular de un sector de la sociedad venezolana, a ser el líder del populismo en Latinoamérica, es triste saber que el Ecuador maneja sus decisiones en función de los intereses que persigue el “Socialismo del Siglo XXI. ¿Cómo se puede entender que Venezuela este financiando proyectos en energía? cuando este país no puede solucionar sus propios problemas energéticos, ¿cómo puede financiar proyectos para incentivar a la inyección de capital en sectores agrícolas? Cuando en Venezuela la gente se muere de hambre, si tan bien dice que está Venezuela el Crnel. Chávez porque es el país con mayor inflación en Latinoamérica. Esperemos que el Ecuador no vaya por el mismo camino. ¿Dónde está la sinfónica?Lorena Corral DueñasEl viernes último me llegó por correo electrónico una invitación a un concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional. ¡Por fin!, me dije, luego de varios meses de haber sido privados de los cada vez mejores conciertos a los que nos habíamos acostumbrado asistir con mi esposo casi todos los viernes. A pesar de que en el programa se anunciaba exclusivamente un “dúo de violines”, dada nuestra avidez por la música clásica, decidimos asistir. Independiente de lo triste que fue llegar a un auditorio casi vacío, no quiero dejar de manifestar mi pena de ver como el gran avance que había logrado la OSNE en los últimos años, está en proceso de desmoronarse, con el consecuente perjuicio para los músicos, la orquesta, el público, la cultura musical del país.