Redacción Tulcán
El contrabando de municiones y de armas se moderniza y se diversifica. La última novedad es la utilización de un muñeco como camuflaje de explosivos.
Dos indígenas de Otavalo llenaron el juguete con municiones e intentaron evadir los controles de la Policía de Colombia.
USD 25 mil pagan las FARC a los contrabandistas por los cargamentos de armas ilegales.Ellas iban en un bus y fueron descubiertas en un retén móvil en el sector de Túquerres (al sur de Colombia). Además, ambas llevaban adheridas a sus cuerpos 23 granadas. En el muñeco, que intentaron hacer pasar como un bebé recién nacido, escondieron 22 barras de pentolita.
Las dos otavaleñas fueron detenidas junto a un indígena que se presume fue quien las contrató para pasar el explosivo al otro lado de la frontera.
William Montezuma, comandante de la Policía en Nariño, Colombia, explicó que en las investigaciones realizadas hasta el momento se determinó que el indígena era reincidente, y registraba tres detenciones anteriores por el tráfico de explosivos hacia los grupos irregulares de Colombia.
Más operativos
La Fuerza de Tarea 1, de las Fuerzas Armadas, que se ocupa de la seguridad en las provincias fronterizas de Carchi, Sucumbíos, Orellana, Esmeraldas e Imbabura inició en noviembre un nuevo plan de seguridad.
En este plan, llamado Patria 9, se estableció la realización de más operativos de control, para evitar que grupos ilegales armados de Colombia pasen al país.
En el plan Patria 8 se realizó un operativo para buscar a Óliver Solarte, jefe financiero del Frente 48 de las FARC. Según una información del Ministerio de Defensa de Colombia, Solarte estaba en el país, en la zona de Sucumbíos. Pero cuando se realizó la verificación se determinó que esa información era falsa.
La movilización de artefactos explosivos, armas y municiones hacia Colombia tiene sus nexos en Perú y Ecuador.
Según Luis Lara, jefe del Batallón Galo Molina de Carchi, los pasos no reconocidos o ilegales de las provincias fronterizas de Esmeraldas, Sucumbíos y Carchi son utilizados con esta finalidad.
En enero, marzo, abril y noviembre la Policía y el Ejército decomisaron material detonante, armas, municiones, escopetas… que se cree iban a ser entregados a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). El traslado se hacía en cajas, sacos de yute y motores de vehículos.
Este mes se decomisaron 152 tacos de pentolita, 11 cápsulas detonantes y 2 200 municiones 9mm de fabricación ecuatoriana y otros artefactos explosivos. En ese operativo se detuvo a dos personas: una estaba en su vivienda y a otra en un taxi.
Según Inteligencia militar, el traslado del material explosivo a través de la frontera de Ecuador y Colombia depende de los pedidos y del sistema de despacho que los traficantes peruanos empleen. Ellos pueden ganar entre USD 6 000 y 8 000 si ‘coronan’ el envío.
“Esta cifra aumenta si también se transportan armas o lanzagranadas. Las FARC llegan a pagar hasta USD 25 000 a la persona que finiquita este negocio”.
Del transporte vía terrestre, aérea o marítima se encargan los cabecillas de las organizaciones de contrabando. Ellos contratan a su gente y utilizan a las provincias de El Oro y Santo Domingo de los Tsáchilas como centros de acopio para luego despachar el material.
Para el transporte están las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos. En los dos últimos años, ha crecido la cifra de otavaleños que se ofrecen como correos humanos. Ellos sin medir los riesgos adhieren a sus cuerpos los explosivos y a cambio de su trabajo reciben entre USD 1 000 y 2 000.
El año pasado se detuvo a 38 indígenas ecuatorianos en Colombia. Ellos aceptaron su culpabilidad y la mayoría cumplió penas de entre tres y seis meses.
Según las autoridades militares, la vía que va de la parroquia de El Carmelo (Carchi) a Santa Bárbara y La Bonita, en Sucumbíos, es vulnerable para el tráfico de armas. Aquí tanto el Ejército como la Policía retuvieron material explosivo, lanzagranadas, escopetas y armas. Incluso en enero se detuvo a un joven que portaba en su mochila propaganda de los grupos subversivos de Colombia.
En una de las cartillas incautadas, aparecían detalladas las claves de frecuencias de radio que usaban algunos jefes de las FARC como Simón Trinidad. Además, estaban escritas leyendas que decían: “Los que mueren por la vida no deben llamarse muertos”.
En este mismo lugar, en julio pasado, cuatro supuestos guerrilleros fueron detenidos por las Fuerzas Armadas. Ellos llevaban escondidos fusiles y un lanzagranada de fabricación israelí. Los jóvenes vestían de civil y negaron su vinculación con las FARC.
Héctor Mejía, jefe de la Policía en Carchi, sostiene que el control de las zonas fronterizas es complicado para los uniformados. La razón es que cada día se abren nuevos pasos no habilitados para el cruce entre los dos países.
Otro de los factores problemáticos es la falta de personal que colabore en la zona para evitar la inseguridad. “En las zonas de El Chical y Maldonado tenemos destacamentos pero con pocos policías para todo el trabajo”.
La habilitación de la vía El Carmen-Chical también es cuestionada por los uniformados.
Uribe ofrece más control
Colombia aumentará la vigilancia en su frontera con Ecuador. El presidente Álvaro Uribe dijo el jueves que conformará redes de civiles de informantes para evitar ataques de las FARC y el tráfico de armas, droga, pertrechos… Los miembros recibirán una bonificación económica por los datos.
El gobierno del presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha criticado la escasa presencia militar de Colombia en la frontera, lo que en concepto del Mandatario permite el desborde del conflicto de su vecino hacia su país.
“Yo quiero invitarlos a que instalemos en toda esta línea del río, y en todos los sitios de la patria donde se requiera”, señaló Uribe refiriéndose a las redes.
“No podemos poner un soldado en cada metro de la frontera. Tenemos que demostrarles a los colombianos, al Gobierno del Ecuador y al pueblo ecuatoriano toda nuestra voluntad y eficacia para cuidar la frontera”, agregó durante una visita a una base militar en Puerto Ospina, en el departamento del Putumayo. Reuters