El traductor se queda afuera de las cocinas

Redacción Siete Días

Si le proponen comer arroz avinagrado, ¿aceptaría la invitación? Sería mucho mejor que lo invitaran a comer sushi, ¿no? Cuando el chef Shuichi Tanida explica la historia y tradición alrededor de la cocina japonesa, se toma su tiempo para identificar y describir a cada plato. Es que si tomara un diccionario y tradujera directamente el nombre de lo que  prepara en la cocina del Tanoshi, del Swissôtel, su interlocutor se quedaría confundido.

 francia  y sus
‘intraducibles’  
Thermidor es el undécimo mes del calendario republicano francés, propuesto  durante la Revolución Francesa y usado entre  1792 y 1806. La langosta a la thermidor se cocina desde 1894,  por el estreno de la obra de teatro  ‘Thermidor’ en París.
 
Croissant, en francés, es  creciente y se relaciona con esa fase de la luna, símbolo de los otomanos. El  pan que lleva ese nombre - cruasán en español- fue elaborado  para celebrar que  Austria se salvó de una invasión otomana a finales del siglo XVII.   
El mousse se pudiera traducir como espuma, pero no se llama así a la preparación con claras    a punto de nieve, o   crema de leche batida.No solo es la cocina japonesa la que no admite traducción. La francesa abunda en casos. Como las crepes. 

Si la traducción mandara en la cocina, las cartas de los restaurantes se verían muy distintas a cómo las conocemos hoy. Diría ‘derretido’, en vez de fondue. O ‘pan redondo y tierno’ en vez de pizza.

Y en Estados Unidos, un cliente de restaurante quizás encontraría un poco atractivo ‘pepper with meat’ en vez del muy popular plato tex-mex: chili con carne.

La historia de la traducción de los nombres de platos regionales tuvo un capítulo hilarante hace dos años, cuando China se preparaba para recibir a los asistentes a las Olimpiadas de Pekín 2008. La agencia Xinhua contó la historia de cómo el Ma Po Dou Fu, un famoso plato de la provincia de Sichuan, terminó en las cartas de restaurantes traducido como ‘tofú hecho por una mujer picada de viruela’. Y al postre pekinés Lu Da Gong se le llamó ‘asno rodante’.

Un joven australiano dijo entonces a la agencia china que se asustó al ver el nombre ‘tiger dish’ (plato de tigre) en el menú de un restaurante, cuando se trata solo de un plato de tomates, pimientos verdes y cebollas, y claro, no tiene nada que ver con tigres. El nombre chino del plato viene de su sabor picante y caliente.

Es que los nombres de los platos chinos   la mayoría del tiempo describen la apariencia del plato, mientras que los  platos occidentales son simplemente descripciones del material y el método de cocción de los platos, como asado estofado.

Luego de tal confusión, la Oficina Municipal de Asuntos Exteriores y el Buró de Turismo de Pekín  ayudaron a los restaurantes a elaborar nuevas cartas, que describían ingredientes, modo de preparación y sabores o texturas.

En un restaurante francés, suena mejor pedir foi gras que ‘hígado graso’. Porque, si no lo sabía, el foi gras es el hígado de un pato u oca que ha sido sobrealimentado durante dos semanas. Paté, en cambio, es una  masa que es resultado de la mezcla de hígados con grasa o carne de otros animales: cerdo, jabalí, pato…

En la cocina de  Oriente Medio, la situación se repite. Shawarma, del árabe, o doner kebab, del turco, son palabras que se han incorporado al español o al alemán gracias a los inmigrantes que pusieron restaurantes de su especialidad. En español, se lo podría llamar sánduche de cordero en pan pita, pero no sonaría tan exótico. El hummus, el babaganush y el tabule de la comida libanesa tampoco necesitan de un traductor para conquistar el gusto del comensal occidental.

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