La tradición chamánica cambia en las aldeas tsáchilas

Augusto Calazacón realiza un ritual curativo con esferas de cristal para eliminar las malas energías de sus pacientes. Foto:Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO

Augusto Calazacón realiza un ritual curativo con esferas de cristal para eliminar las malas energías de sus pacientes. Foto:Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO

Augusto Calazacón realiza un ritual curativo con esferas de cristal para eliminar las malas energías de sus pacientes. Foto:Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO

Las piedras son el instrumento más importante que tienen los vegetalistas tsáchilas.

Ellos consideran que almacenan una fuerte energía, que lleva más de 500 años heredándose entre las familias de los curanderos (poné en tsa’fiki). Por ejemplo, los Calazacón, Aguavil, Aranzona y Gende.

Manuel Calazacón señala que en su mesa chamánica y a la entrada de su consultorio tiene piedras de diferentes tamaños.

Estas han sido utilizadas en rituales de unos 10 chamanes que pertenecen a su familia. Las coloca para que neutralicen y eliminen las energías negativas.

Pero para ahuyentar a las malas vibras, en las mesas chamánicas deben colocarse brebajes, hechos con plantas medicinales, esferas de cristal (atrapan sentimientos de odio y maldad), velas, agua y objetos de bronce y hierro.

Pero según Ricardo Calazacón, además de los elementos materiales que hay en la mesa, es importante que se tenga una figura de Abraham Calazacón, quien fue considerado como uno de los chamanes con mayor experiencia.

Los chamanes deben pedirle una autorización al poné. Si Calazacón les da permiso el ambiente cambia. “Se sienten vibraciones y la energía es positiva. Nos da tranquilidad. Le invocamos cuando necesitamos asesoría con pacientes que tienen cáncer”, cuenta Ricardo Calazacón.

El exgobernador tsáchila, Héctor Aguavil, asegura que hace 70 años, Abraham Calazacón abrió una escuela para enseñar a los miembros de la nacionalidad los secretos que guardan las mesas y las curaciones chamánicas. Lo hizo porque solo dos poné tenían en sus consultorios las mesas con elementos de la naturaleza.

Pero a los dos años, el 10 de julio de 1981, el poné falleció. “Solo había enseñado las propiedades de 120 plantas. No tuvo tiempo para mostrarnos los secretos, que escondían en las mesas”, confiesa Aguavil.

Por ello, los tsáchilas debieron modificar sus costumbres e investigar qué elementos debían utilizarse en los rituales. “Probábamos con miel y panela para atraer la buena energía. Pero estos solo funcionan en baños de fin de año. Debimos probar por muchos años. Solo los que tenemos dones descubrimos cómo hacerlo”, dice Manuel Calazacón.

Ellos anexaron imágenes religiosas y del líder Abraham Calazacón. Además, esparcieron semillas y pedazos de tronco para evitar a los malos espíritus. Esta tradición se ha replicado desde entonces. “Lo que aún se mantiene de los antepasados son las piedras energéticas y las plantas medicinales”, señala Ricardo Calazacón.

En la actualidad hay 60 chamanes certificados por el Consejo de Ancianos Tsáchila. Ellos tienen reglas sobre los elementos que debe tener un poné en su consultorio.

El vegetalista Mateo Calazacón asegura que los elementos de las mesas curativas cambian según la enfermedad que se trate. También depende de la comunidad en la que haya nacido el poné. “Cuando dejamos de vivir juntos, cada líder modificó algunas tradiciones”.

En la comuna Peripa, ubicada en la vía a Quevedo, utilizan el color rojo, que -según los tsáchilas- sirve para alejar a las energías negativas y las enfermedades contagiosas.

Lo usan en telas, que se colocan como si fueran manteles y en las semillas de los árboles. La tradición nace del achiote, que los protegió de la fiebre amarilla hace 200 años.

En Chigüilpe, en cambio, los poné construyeron sus consultorios con materiales del bosque. Estos fueron cortados en la noche tras un ritual de autorización. “Los dioses están más cómodos en estos ambientes”, indica Calazacón. Además, en el momento de la curación prenden velas e inciensos para purificar el área.

Santo Domingo 

Los vegetalistas utilizan elementos como las piedras para sanar. Hay 60 curanderos certificados en la región.

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