En la casa de máquinas Alluriquín trabajan cerca de 40 trabajadores ecuatorianos, chinos y rusos en la adecuación de túneles y el terreno para las turbinas. Foto: Juan Carlos Pérez / EL COMERCIO
El proyecto hidroeléctrico Toachi-Pilatón se ubica a dos horas de Quito. Avanza en 10 distintos frentes entre el kilómetro 59 y el 76 de la vía Alóag-Santo Domingo.
En las obras de captación, túneles y casas de máquinas trabajan 1339 trabajadores ecuatorianos, chinos y rusos.
Las siete turbinas que suman una potencia de 254,4 megavatios (MW) -la cuarta parte de la potencia de Paute– entregarán energía de manera progresiva desde diciembre próximo y operarán a plena capacidad en junio del 2016.
La obra está a cargo de tres empresas: la constructora china CWE, la proveedora del equipamiento electromecánico Inter Rao de Rusia y la contraparte ecuatoriana estatal Celec-Hidrotoapi.
En esta torre de Babel subterránea, la barrera del lenguaje se supera con el trabajo de traductores pero principalmente con una convención: el idioma internacional es el español, asegura el subgerente de Hidrotoapi, Óscar Naranjo.
El proyecto tiene un avance del 62%.Aunque consta como una de las ocho hidroeléctricas en construcción en el país, la Toachi-Pilatón está compuesta en realidad por tres centrales.
La primera captará, en una pequeña presa, el agua del río Pilatón y la llevará por un túnel de 5,9 kilómetros para mover tres turbinas de 16,3 MW. Esta es la central Sarapullo.
Aguas abajo se encuentra una segunda presa, de 8,5 millones de metros cúbicos de capacidad, 60 m de alto y 180 m
de ancho que captará el agua del río Toachi y la llevará a través de otro túnel de 8,7 km. Este caudal, junto con el agua ya turbinada del Pilatón, moverá tres turbinas mucho más grandes, de 68 MW, en la central Alluriquín.
Pero además se instalará una pequeña turbina de 1,4 MW al pie de la presa del río Toachi, que funcionará con el agua que se entrega al río como caudal ecológico.
La casa de máquinas de la central Alluriquín tiene dimensiones imponentes. Su altura es de 60 m, el ancho de 40 m y una profundidad de 30 m.Allí unos 50 obreros trabajan con jumbos, andamios y retroexcavadoras para terminar los túneles que llevarán el agua para mover las turbinas.
Pese a que el ritmo de trabajo es constante, el proyecto tiene un retraso cercano a un año.
El gerente de la Corporación Eléctrica del Ecuador (Celec), Eduardo Barredo, amplió el plazo de la entrega de la obra civil en 315 días. En principio debía estar lista el mes pasado.
Barredo explica que tres factores incidieron en el retraso. En primer lugar, se tuvo que reubicar la casa de máquinas de la central Alluriquín porque se halló una falla geológica en el lugar planificado inicialmente.
En segundo lugar, se cambió el vertedero de la presa del Toachi para evitar desprendimientos de los taludes.
Y, finalmente, la constructora no encontró en las excavaciones roca suficientemente sólida para avanzar con agilidad.
Para el túnel de conducción de la Toachi-Alluriquín aún faltan perforarse los últimos 400 metros y el avance se ha tornado lento por el tipo de roca deleznable, indica Naranjo.
Para evitar cualquier problema en el futuro las paredes de los túneles de conducción se refuerzan con hormigón armado y con varillas de acero.
Este tipo de inconvenientes motivaron a la contratista a pedir un plazo mayor.
Barredo cuenta que CWE pidió 350 días más de plazo, pero solo se concedieron 315 por estos problemas. Y si la firma china no entrega la obra civil en diciembre, comenzarán a correr las multas.
Con el retraso en la obra civil también se retrasó la instalación de equipos electromecánicos, la cual debía estar concluida en mayo próximo.
Por eso el contrato con Inter Rao también tendrá una ampliación de plazo, en el orden de un año, dice Naranjo.
Con esta reprogramación se espera que la primera turbina de Sarapullo comience a operar en diciembre de este año y la última turbina, la de Alluriquín, esté operando a inicios de junio del 2016.
Para esa fecha se prevé que Toachi-Pilatón genere a plenitud luego de todas las pruebas.