Thalita desapareció y sus padres esperan encontrarla con vida

Desde que desapareció el 22 de diciembre de 2013 la familia de Thalita emprendió una campaña para encontrarla. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

Desde que desapareció el 22 de diciembre de 2013 la familia de Thalita emprendió una campaña para encontrarla. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

Desde que desapareció el 22 de diciembre de 2013 la familia de Thalita emprendió una campaña para encontrarla. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

María Rosa J. recuerda el último momento que vio a su hija Thalita, de 2 años. La niña jugaba con sus amigas en uno de los pasillos del Centro Comercial La Condamine, en Riobamba, en la provincia de Chimborazo, en la Sierra centro andina de Ecuador.

La mañana del domingo 22 de diciembre del 2013, la pequeña desapareció y desde entonces su familia no encuentra la paz.
Ese día sus padres, que expenden ropa en uno de los locales comerciales, se preparaban para la Navidad. Los callejones estaban abarrotados de compradores que buscaban obsequios y por eso estaban ocupados arreglando su tienda y recibiendo compradores.

Eran cerca de las 10:00 cuando Thalita le pidió permiso a su mamá para jugar con sus amigas, tres niñas -hijas de otros comerciantes del mismo mercado. "Todo estaba bien, la última vez que la fui a buscar estaba con las vecinitas. Estaban emocionadas por los regalos que recibirían en Navidad, yo le prometí una muñeca Barbie y un carro", cuenta nostálgica María Rosa.

Sin embargo, tres horas después la niña desapareció. Sus amigas ni los visitantes del mercado y tampoco los vendedores vieron quién se la llevó. Una campaña para encontrarla se inició solo unas horas después. Para el amanecer del siguiente día, los comerciantes se organizaron para difundir su fotografía en la ciudad y pedir información.

Carteles con sus nombres y el contacto telefónico de sus padres se colocaron en cada poste de la ciudad; también se imprimieron gigantografías que aún se exhiben en los exteriores del mercado. Sin embargo, todas las llamadas que recibieron fueron bromas o alertas falsas.

"Yo sé que mi hija está viva y que va a volver a mi lado", dice esperanzado José, su padre. Él emprendió una búsqueda desesperada desde que su hija se perdió. Acudió a la Presidencia de la República, al Ministerio del Interior, la Unidad Antisecuestros de la Policía Nacional y a la Fiscalía Provincial de Chimborazo.

El jueves pasado (24 de julio de 2014), Ángel M. fue declarado culpable del plagio de la menor, pero aún no hay ninguna pista del paradero de la niña. En marzo pasado, él fue privado de su libertad después de que la Fiscalía allanara su casa y encontrara como evidencia juguetes, prendas de vestir, accesorios de cabello de mujer y una mancha de sangre en el piso de su casa.

El cuarto de la pequeña desaparecida permanece intacto. Su madre aun recuerda el último momento en que vio a su hija. Foto: Glenda Giacometti/ EL COMERCIO

También había libros de artes oscuras y satanismo y en uno de ellos estaba escrito el nombre completo de la pequeña desaparecida. "Esta persona fue declarada culpable del plagio y está vinculado a otros dos casos más que están en proceso de instrucción fiscal; los denunciantes también son familiares de otras niñas que desaparecieron en dos mercados de la ciudad", explica Diego Verdezoto, fiscal del caso.

La sentencia dictada por el juez se conocerá este martes. Entre tanto, para la familia de Thalita, a pesar de que el presunto responsable está privado de su libertad en el Centro de Rehabilitación Social de Riobamba, para ellos la búsqueda no ha terminado.

"Yo solo le pido a cualquier persona que tenga información de mi chiquita que nos avisen, que las personas que la tienen la devuelvan a su familia porque desde que la arrancaron de nuestros brazos, tenemos el corazón destrozado", pide José.

La habitación en la que dormía Thalita aún está intacta. Sus juguetes favoritos: dos muñecas que se asimilan a un bebé y su libro de cuentos adornan una estantería de madera, frente a su cama; también están su ropa y sus zapatos.

Su hermano mayor Joel, de 6 años, también recuerda y extraña a su hermana. Ella era su mejor amiga y su compañera de juegos. Desde que se perdió, su rendimiento académico en la Escuela 21 de abril bajó y llora frecuentemente.

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