Gabriel Lamiña motorizado de la Policía Metropolitana quien sufrió un accidente en su moto mientras estaba en la emergencia del incendio de la bodega de Kimberly Clark el pasado martes. Foto: Patricio Terán / EL COMERCIO
Gabriel Lamiña, de 34 años, es uno de los agentes metropolitanos motorizados que colaboró durante el incendio registrado en la bodega que servía a Kimberly Clark (Pomasqui-vía a la Mitad del Mundo). La noche del suceso, él sufrió un accidente mientras escoltaba a una de las motobombas que transportaba agua a ese sitio. Conozca su testimonio en EL COMERCIO:
Desde hace un año pertenezco al grupo motorizado nocturno de la Policía Metropolitana. Cuando se reportó el incendio, nos dijeron que ayudáramos como escoltas de los camiones que transportaban agua al sitio que se quemaba. En ese instante, tomé mi motocicleta, encendí las balizas, la sirena y salí a colaborar con mis compañeros.
No me imaginé lo que iba a suceder, pues en el ambiente había tensión. Los camiones de los bomberos entraban y salían cada cinco minutos de la bodega y el tránsito en la avenida Manuel Córdova Galarza se había interrumpido. También había policías, decenas de curiosos en los alrededores, humo y las llamas eran gigantes…
Ya eran las 22:30 y nos indicaron que debíamos abrir paso con las motocicletas a uno de los camiones que transportaba agua. Recuerdo que en la avenida Occidental, a la altura de donde funcionó Diario Hoy, un automóvil pequeño se cruzó en mi camino y me impacté contra este. Yo iba a 90 kilómetros por hora y me choqué contra la puerta. Salí disparado por encima del vehículo y por la fuerza del golpe me arrastré unos cinco metros sobre el asfalto. El casco que llevaba puesto se rompió.
No me desmayé y me paré hasta abrazarme con un poste de alumbrado público. En los segundos que duró el accidente vi la muerte.
En ese instante no sentí dolor por la adrenalina, pero conforme avanzaban los minutos comenzó a dolerme el cuerpo. Luego me llevaron a una casa de salud en donde me diagnosticaron que tengo contusiones y un fuerte golpe debajo de la cabeza. Por eso debo usar un cuello ortopédico. También camino con muletas por precaución.
Me dieron el alta a las 04:00 del miércoles. Mi esposa y cuatro hijos me esperaban en la casa y estaban asustados. Gracias a Dios resulté casi ileso y no tengo demasiadas complicaciones físicas. El próximo lunes tengo que reincorporarme al trabajo.