La muerte de Juan Cueva Jaramillo la sentimos profundamente quienes nos honramos con su amistad y su aporte al pensamiento y a la acción política en el Ecuador.
A Juan lo conocí en la segunda mitad de los 70, cuando debíamos salir de la dictadura militar hacia una forma democrática diferente a la del caudillismo de las décadas anteriores.
Fue un actor esencial en el convencimiento a los militares que había la posibilidad de la transición ordenada, mediante un nuevo ordenamiento constitucional y político que genere la posibilidad de nuevos actores.
Su presencia en el Ministerio de Gobierno viabilizó la etapa de las comisiones de preparación de alternativas de textos constitucionales y el referéndum de 1978, que antecedieron al proceso que llevó a la Presidencia a Jaime Roldós Aguilera en abril de 1979. A la primera vuelta presidencial, julio de 1978, Jaime tenía 37 años.
Antes de la elección, Juan prefirió retirarse de la política y fue a nuestra misión diplomática en París y la Unesco. Al producirse la represión contra los trabajadores de Aztra en La Troncal, Juan renunció y fue voz crítica del crimen de decenas de zafreros, cuyos cadáveres fueron arrojados a los cursos de agua de las plantaciones de la empresa.
Entre 1979 y 1981, fuimos compañeros en el Banco Central del Ecuador. Ahí se profundizó el conocimiento mutuo que nos llevó a una relación muy cercana.
Sus misiones diplomáticas en París y la Unesco y sus aportes al pensamiento crítico ecuatoriano, y su chispa e ironía en las columnas periodísticas se han comentado los últimos días.
A fines del 2008, sufrió la marginación que se le hizo para impedirle llegar al Consejo de Participación Ciudadana, porque nunca fue funcional a sometimiento alguno.
Con él conversé semanas atrás, hablamos de su padre, Carlos Cueva Tamariz, el recordado maestro y rector de la Universidad de Cuenca. Le dolía la campaña de desprestigio contra la Universidad pública ecuatoriana que ignora su rica historia de pensamientos y formación de valores, y sólo la grafica en la violencia de agresores que meses atrás eran los de la fuerza de choque del mismo gobernante. Comentamos “no hay ánimo de darle calidad a la Universidad ecuatoriana, sino ambición de someterla a su control y manipulación”.
Coincidimos que los repetidos errores del presidente Correa en las citas del pensamiento ecuatoriano -quizás el más notorio, la cita en el discurso del 10 de agosto de 2009 de un texto que dijo era de Eloy Alfaro, cuando fue de García Moreno, que supuestamente sustentaba su gobierno- generaba la imagen de mediocridad cultural del gobernante.
A Magdalena Armijos y a sus hijos Juan Martín y Simón, mi afecto invariable.