Redacción Siete Días y
La Nación, de Argentina. GDA
Sandro no está más. Físicamente hablando. Pero está de otras maneras, en sus canciones, en el recuerdo de sus miles de fans… Y, curiosamente, también en quienes no fueron seguidores del Elvis argentino, pero que lo conocieron y bailaron con él a través de un tributo musical que hace 10 años, 13 bandas latinoamericanas decidieron rendirle.
Sandro, en cinco anotaciones
Considerado uno de los fundadores del rock en español, Sandro también incursionó en géneros como la balada romántica y el pop.
Con más de 45 años de carrera, hizo 52 discos y vendió más de 10 millones de copias.
Roberto Sánchez, el verdadero nombre de Sandro, era considerado el Elvis Presley argentino. En 1960 inició su carrera de solista, con ‘covers’ de rock .
El 13 de septiembre de 1963 grabó su primer disco que incluía A esto le llamas amor, de Paul Anka, y Eres el demonio disfrazado, de Elvis.
En 1991 grabó ‘Tango 4’, con Charly García y Pedro Aznar.Sandro de América, que falleció el pasado lunes, en las décadas de los 60 y 70 enardeció con sus sensuales movimientos a multitudes femeninas, en las que aún seguía despertando pasión.
“Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó. Me salvó de que quizás fuera un delincuente”, aseguraba.
No quedan dudas de que para Sandro el rock fue muy importante, pues comenzó con Los de Fuego, haciendo rock and roll al estilo estadounidense, y se encontró en el camino con el dramatismo y el romanticismo europeos traídos por los inmigrantes.
Sin embargo, esa esencia rocanrolera fue discutida en su país por la afición del cantante por la canción romántica y porque se decía que no representaba el espíritu rebelde del rock y de la época.
Pero roqueros argentinos como Charly García o Andrés Calamaro fueron fervientes admiradores de quien para muchos fue el primer rockero argentino. Esta consideración fue el punto de partida para que se editara el disco, ‘Tributo a Sandro, un disco de rock’. Estos 13 grupos hacen sus propias y características versiones de los temas de Sandro, con ciertas diferencias.
El disco abre con Tengo, al que el grupo Divididos logra impregnarle la potencia del rock, una especialidad del impecable trío.
Los Fabulosos Cadillacs encuentran el lado más intimista de la banda en Porque yo te amo. La quebrada y sentimental voz de Vicentico es acompañada por sutilezas de los demás miembros del octeto, que por momentos muta en situaciones casi orquestales.
Los Caballeros de la Quema hacen el clásico Rosa, Rosa y, las primeras -y no muy audibles- palabras de Noble conectan con Luca Prodan con el susurrado de “una mujer detrás, … una rosa atrás”.
Bersuit Vergarabat le encuentra el lado festivo al asunto con Una muchacha y una guitarra. Aires murgueros rioplatenses y Cordera que canta y parece estar riendo, hasta casi llegar a cierto tono mexicano en el ritmo.
Un eléctrico Dame fuego llega en la entrega de Attaque 77. En escasos dos minutos le sacan todo el jugo roquero a ese tema.
León Gieco es absolutamente Gieco en Si yo fuera un carpintero. Por su estilo, pero también por el tema elegido, el mejor para su voz y su manera de cantar. Y una declaración de amor y pasión resulta Quiero llenarme de ti, en la profunda voz de Erica García, quien lo tiñe de sensualidad.
Otro clásico, Trigal, eligieron los ahora disueltos Visitantes, con Palo Pandolfo pasando de los aires sesenta al ronquido. La agrupación Virus le encuentra un definido ritmo bailable a Atmósfera pesada (la canción incluye un estupendo solo de guitarra y un piano que abre y cierra el tema).
La canción que toma Molotov, Mi amigo el puma, se aleja tanto del original que solo puede entenderse en la propia evolución como banda de los mexicanos y de su combinación de raíces con el hip hop que los enamora.
Pero mucho más cercanas al romanticismo de Sandro se encuentran Andrea Echeverry, la cantante de Aterciopelados, con Penas, y Javiera Parra, con Así.
Bel Mondo cierra el disco con una interesante versión de Penumbras, con un dejo de trip-hop que se vuelve psicodelia, en la voz distorsionada de Diego Frenkel.