Permanecen de pie frente a los edificios cuarteados y a ratos hablan bajo en grupos. Comentan cómo sintieron el terremoto de la noche del 16 de abril del 2016. Los habitantes del barrio 12 de Marzo y algunos curiosos se agruparon en la esquina de la calle 15 de abril y Vicente Macías para observar las tareas de limpieza de los escombros de un edificio que colapsó tras el temblor.
Allí funcionaba la Imprenta Cevallos y en la planta baja, una farmacia. La gente no sabía precisar cuántos, pero aseguraban que tras los bloques, el cemento y los fierros había tres o cuatro cadáveres.
Algunos pasaban santiguándose y otros tomaban fotografías. La familia Suarez Barcia prefirió quedarse en su casa, descansando del agobiante calor (34 grados) bajo el techo que cubre su patio delantero. A la pregunta de qué recuerdan de la noche del terremoto una de sus integrantes responde: “nada. No quiero acordarme de nada porque vuelve el miedo”.
Su casa está intacta, pero la familia está triste porque conocían a las personas que atendían en la farmacia. Cuentan que se salvaron dos, que fueron rescatadas la noche anterior pero creen que bajo los escombros los cuerpos son de una chica que trabajaba ahí y una familia de clientes: una pareja y un niño.
Los miembros de la Policía Nacional que intentan controlar que la gente no cruce las cintas amarillas que alertan sobre el peligro, dicen que no saben género ni edad de los fallecidos pero que sí, que sus cuerpos están atrapados allí.
Entre esa zona y el centro del Portoviejo pasan constantemente personas a pie, en bicicletas y en motos para enterarse de cómo quedó su ciudad luego de la tragedia.
Algunos motocicletas se detienen para que sus pasajeros tomen fotografías con cámaras y celulares.
Lo hacen frente al Terminal Terrestre, que no colapsó pero tiene daños visibles o sobre el puente Velasco Ibarra, a pesar de que la Policía les pide no hacerlo para que no haya demasiado peso que pueda poner en riesgo la estructura.
Si bien el puente está estable y no tiene señales visibles de ruptura, a sus costados la tierra cedió. Casi literalmente se tragó al menos unos 10 vehículos nuevos entre volquetas, camionetas y autos de una concesionaria vehicular. Al frente cedió el piso frente a un centro.
Si ese es el panorama en esa zona, la situación empeora en el centro de la ciudad. Solo al recorrer un par de manzanas se puede ver al menos cinco edificios caídos, cuarteados o a punto de derrumbarse.
Un grupo de bomberos trabajaba en la remoción de escombros de un edificio en donde funcionaba un hotel. La maquinaria con la que se ayudaban se dañó, al parecer por recalentamiento.
Mientras tanto, pese al riesgo, unos jóvenes se metían entre los escombros para sacar colchones y hasta un foco que, pese a su fragilidad, resistió al terremoto
Los bomberos se tomaron unos minutos para descansar y uno de ellos, que prefirió no identificarse, dijo que en el centro de Portoviejo la mayoría de edificios colapsados eran los más altos de la ciudad: de entre cuatro y ocho pisos, al menos: se cayeron el Jean Pierre, el Éxito, el BIESS, el IESS entre otros.
De este último, que según cuentan los habitantes tenía unos ocho pisos, no solo quedan escombros sino además miles de hojas de papel con el historial laboral y médico de los afiliados que cuando llega un poco de viento vuelan en medio de los curiosos.