Desde el 20 de abril, las Fuerzas Armadas tomaron el control de la recolección y distribución de las donaciones. Foto: Patricio Terán /EL COMERCIO
Como si se iniciara una guerra. Así fue la logística que se activó dentro de las Fuerzas Armadas minutos después de que la tierra temblara el 16 de abril.
En una sala del Comando Conjunto, en Quito, se levantó el denominado Comando Administrativo Logístico (Comal), una unidad conformada por militares de las tres ramas de las FF.AA. con una misión: solventar todas las necesidades de los soldados desplazados a las zonas afectadas.
El martes 19, por ejemplo, cuando las FF.AA. asumieron el control de los centros de acopio, se activó un sistema de distribución similar al que funcionaría en caso de un conflicto. Ese dato lo revela el coronel Luis Altamirano, quien participa en las actividades del Comal.
Esa “estructura logística” permitió zonificar las poblaciones afectadas y abastecer a los damnificados horas después del sismo de 7.8 grados.
La noche del terremoto, los destacamentos, brigadas y unidades militares que operan en el país activaron sus recursos y enviaron a su personal a la zona de la catástrofe. El domingo 17, a eso de las 13:00, llegó el mayor contingente.
Pero el sábado, el personal que estaba en Manta, ya apoyó a los afectados de la zona cero. Eso lo contó ayer la FAE.
Ahora, a los militares se los ve desplegados en las calles, custodiando los albergues, liderando las demoliciones de las estructuras colapsadas o en la remoción de escombros.
Actualmente, en las zonas devastadas hay 13 105 uniformados de FF.AA.
En San Vicente, por ejemplo, la presencia militar tiene como base el Colegio San Vicente y el coliseo deportivo; que funciona como centro de acopio de donaciones para luego distribuirlas a toda la parroquia.
El coronel Mauricio León, de la Brigada de Infantería 7 de Loja, lidera las operaciones en esta zona con 90 hombres.
Los soldados vigilan el centro de salud de la localidad, que está a pocas cuadras de su base, y a quienes llegan con donaciones para los damnificados.
500 entregas diarias ejecutan los militares en San Vicente. En las vías, en cambio, resguardan los tanqueros de agua.
A unos 80 kilómetros de San Vicente está Manta, otra ciudad golpeada por el sismo.
Ayer, un grupo de militares y policías custodiaba lo que fue el corazón comercial de esta ciudad y resguardaba a los propietarios que embarcaban sus enseres en camiones.
En el Comercial Plinio García, en Tarqui, la mayoría de personas trabajaba al por mayor. Había bodegas que ofertaban productos tan pequeños como una aguja, hasta pizarras de tiza líquida y máquinas para emplasticar o anillar.
El capitán Paúl Cárdenas indicaba ayer que más de 100 hombres, distribuidos en turnos, cuidan las 24 horas la mercancía que quedó bajo escombros y también las sillas y otros muebles en buen estado.
En la Zona Cero de Manta los militares no hablan. Permanecen de pie y también sentados, protegidos con mascarillas. Solo permiten ingresar a los locales comerciales a aquellos habitantes que tienen salvoconducto. A nadie más.
En Pedernales, la ciudad donde se originó el epicentro, hay tareas establecidas a cargo de los militares: el acopio, distribución de los alimentos y de entrega de agua; la seguridad en la cuidad; el derrocamiento de las estructuras; y la creación de dos escombreras.
En este cantón de Manabí, los soldados reparten 2 000 kits en promedio al día, a las poblaciones afectadas; distribuyen 20 000 litros de agua a través de dos tanqueros, y entregan 12 000 litros de agua potable a los damnificados.
360 militares en total se encargan de la distribución de víveres, productos de higiene y agua en Pedernales. Los soldados levantaron su centro de operaciones en la Escuela del Milenio, un complejo educativo que también colapsó con el sismo, y que ahora sirve como centro de acopio oficial.
Desde este lugar, 17 vehículos salen hacia las áreas urbanas y rurales del cantón. Los militares sectorizaron la ciudad en 18 zonas: 14 urbanas y 4 rurales.
Esta localidad es la que más ha avanzado en el derrocamiento de las edificaciones. Hasta ayer, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército ya derrumbó 60 inmuebles. Similares tareas se ejecutan en Portoviejo, Bahía, Jaramijó, Chone, Jama, Muisne, Chamanga…
El contingente policial
Horas después del terremoto, la Policía Nacional movilizó recursos hacia las poblaciones de Esmeraldas y Manabí.
Los agentes se encargan, sobre todo, de la seguridad interna de los albergues, y del mantenimiento del orden público.
“En las próximas semanas enviaremos por un lapso de tres meses, aspirantes que están por graduarse de policías profesionales. Ellos estarán en el dispositivo de seguridad ciudadana en los albergues y refugios temporales”, comentó anteayer Ramiro Mantilla, director de Operaciones.
Un reporte entregado por el Ministerio del Interior señala que la Policía desplegó unos 5 000 uniformados de servicio urbano y 115 vehículos (camionetas, camiones, motos, tanqueros, tanquetas, UPC móvil). También hay otros 200 agentes de unidades especiales (Dinapen, PJ, Antinarcóticos…). Los uniformados incluso participaron en las tareas de rescate de sobrevivientes.