Son las 20:30 y el movimiento de personas en Bahía de Caráquez ha terminado. Las secuelas del terremoto en esta ciudad manabita son palpables. Escombros, carpas en las calles, la oscuridad y el ruido casi imperceptible de las pocas plantas de energía instaladas en el cantón matizan la fresca noche.
Patrullas de cuatro o cinco policías nacionales dan seguridad en cada sector. A lo largo de la calle Salinas Anthony Vargas y Daniel Carrasco realizan su ronda. Estos efectivos de la fuerza pública llevan varios días en la ciudad y aseguran que no ha habido desmanes ni brotes delincuenciales a raíz del sismo del 16 de abril. Unos 70 efectivos, entre policías y militares resguardan las calles.
En el Paseo Roberto, vía principal de Bahía y que da a la playa, se divisan tres carpas amobladas con seis sillas de descanso, dos catres y una cocina. Desde el domingo pasado viven ahí unas 15 personas, quienes laboran en los edificios afectados por el terremoto. Sus jefes les pidieron que permanecieran en el lugar hasta que las aseguradoras evalúen los daños y se decida si las construcciones serán demolidas o reparadas.
Emilio Estrada es conserje del edifico Albatros. Cuando sucedió el terremoto se encontraba en el garaje y pudo salir presurosamente con su esposa. “Ella se puso nerviosa y tuve que darle una bofetada para que se calmara y saliera. Pero hasta ahora ella no recuerda que la pegué”, relata el hombre.
Los empleados subsisten en lugar gracias a las donaciones que han recibido, tanto de agua como de alimentos y vestimenta. Pero empiezan a preocuparse porque la última vez que un camión con ayuda humanitaria pasó por ahí fue el sábado y este lunes por la noche las raciones se empiezan a agotar.
Mayra Salazar está a cargo del edificio Jalil. Espera que su situación se aclare lo más pronto posible. Ella se encontraba en Quito el día del terremoto pero tuvo que volver por su trabajo. Sin embargo, los nervios los tiene latentes por el temor de una réplica. Hoy, lunes 25 de abril, el fluido eléctrico volvió en algunas zonas de Bahía, sin embargo, buena parte de la ciudad continúa a oscuras.