Las críticas más duras que se hacen a la política económica de este Gobierno provienen ahora de analistas con visiones ideológicas afines al Régimen. Me refiero al último ‘Análisis de coyuntura’ elaborado por Alberto Acosta y un grupo de académicos de la prestigiosa Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
El apartado más destacable de este documento se refiere a la destrucción de 190 mil fuentes de empleo durante el año pasado. Aquellas personas que se quedaron sin una ocupación fija han tenido que buscarse la vida en oficios pobremente remunerados en el sector informal o han tenido que abrir empresas o pequeños negocios con bajos niveles de productividad, explica el anotado documento.
¿Qué significa eso? Que el aparato productivo ecuatoriano se está precarizando; que el país está perdiendo competitividad; y que, en vez de disminuir, la pobreza está aumentando en Ecuador.
La economía nacional se está precarizando porque una buena parte de quienes quedaron sin empleo fueron a engrosar las filas de la informalidad. En aquel sector de la economía, las actividades comerciales o productivas tienen un bajo nivel de valor agregado, pues no hay normas de control de calidad ni hay esfuerzos de mejora continua de procesos, por ejemplo.
Una porción importante de quienes operan en el sector informal tiene una economía de subsistencia y su horizonte más lejano de planificación es seguramente no más largo que quince días. La inversión de excedentes en nuevas actividades productivas o para adquirir nuevas tecnologías no forma parte del menú estratégico de aquellos empresarios informales.
Un modelo económico como este hace que la economía ecuatoriana en su conjunto se torne menos productiva y, por tanto, pierda competitividad. ¿Y por qué eso es malo?
Porque estamos malgastando nuestros recursos productivos -léase trabajo y capital- y porque nuestra economía no va a poder crecer al ritmo que necesita para poder reducir la brecha que existe entre ricos y pobres.
En circunstancias como esta -de pérdida masiva de empleos- los más afectados son las personas con menor nivel de educación, es decir, los más pobres entre los pobres. Para que ellas encuentren un trabajo fijo deberán estar dispuestas a recibir remuneraciones cada vez menores. Los profesionales jóvenes también se verán afectados pues ya no podrán aspirar a recibir salarios competitivos por la sobreoferta de mano de obra que existirá en la economía.
En vista de lo anterior, yo diría que el Talón de Aquiles de la economía no es solo el empleo -como dice el anotado estudio- sino toda la política económica del Gobierno que nos está empobreciendo a todos los ecuatorianos.