Redacción Sociedad
Los tagaeri y los taromenane son los dos únicos pueblos en aislamiento que aún sobreviven en Ecuador. ¿Qué tan vulnerables están hoy?
Hay que tener claro que hablamos de personas. De grupos humanos minoritarios cuyos derechos han sido vulnerados a lo largo de la historia. A veces tratamos el tema como si habláramos de una más de las especies que habitan en la selva. No. Hablamos de hombres, mujeres y niños.
Se habla de que viven en un hostigamiento permanente
Cada vez tienen menos espacio para vivir. A su territorio entran madereros, petroleros, militares, además de sus vecinos huaorani. No son inmunes ni a una gripe. Los ruidos de helicópteros, motosierras, explosiones de sísmica, etc., asustan a sus animales. Es una vulnerabilidad extrema.
Hay quienes cuestionan sobre por qué priorizar a un grupo de 300 personas frente a los 13 millones de ecuatorianos. ¿En qué radica la valía real de estos pueblos?
Son el patrimonio vivo del país: hablamos de grupos humanos pequeños que sobrevivieron a los procesos de conquista, a las terribles épocas del caucho y petrolera, etc. Ahí están, aún, defendiendo con lanzas su tierra y su vida.
¿POR QUÉ
ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Es articulista e investigadora sobre los pueblos en aislamiento. Ha escrito obras como ‘La utopía de los pumas’.
Su punto de vista. La situación de los tagaeri y los taromenane se debe tratar desde los derechos humanos, desde la justicia, y no desde el medioambiente.
Usted afirma que son un patrimonio vivo. ¿Con su desaparición qué se perderá?
Cultura, lengua, conocimiento de la selva y de las plantas medicinales, su creencia y su memoria. Sus lanzas quedarían como la única evidencia de su existencia.
Pero el Gobierno se empeña en decir que los protege, incluso hace 2 años armó el Plan de Medidas Cautelares
Este plan ha tenido muchos problemas. El principal, que no fue consensuado ni dentro del mismo Gobierno ni en las esferas locales. Funciona casi como una ONG, sin ninguna potestad para tomar decisiones.
Entonces, ¿se pudiera hablar de un fracaso?
Los funcionarios del Plan pidieron a la compañía Andes Petroleum que deje de operar tras la muerte de una familia que fue lanceada en Los Reyes.
Solicitaron que no se haga la sísmica en Armadillo. Nadie hizo caso. Siempre priman los intereses de la industria extractiva y de la colonización. Además, un cierto ambientalismo ha creado estereotipos como el considerarlos no contactados como si fueran ermitaños. También piensa que viven en perfecta
armonía con la naturaleza, pero en realidad es un pueblo prisionero, bajo condiciones demasiado adversas.
Si hay tantas leyes a favor de estos pueblos, ¿por qué nadie las respeta o hace respetar?
Ecuador es rico en leyes, pero falta voluntad política. Una de las primeras cosas es tratar este tema desde los derechos humanos, desde la justicia, y no desde el medioambiente. Insisto, no hablamos de animales, sino de personas, con derechos como el derecho al territorio y a la vida.
El riesgo de un exterminio es eminente. ¿De ocurrir eso qué pasará con el Estado ecuatoriano?
Aunque será una sanción más moral, pudiera ser condenado en las cortes internacionales por genocidio. No hay que olvidar que se sigue un proceso en la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el tema.
Usted habla de posibilidades como una especie de integración o algo parecido, ¿es eso factible?
Quedan pocas alternativas para la supervivencia. Una sería evacuar a colonos, petroleras, madereros y huaorani, que representen una amenaza para ellos y se toma en serio el control de la zona, o, en el mejor de los casos, no les quedará más remedio que irse integrando a los huaorani vecinos. La otra es que se mantenga el estado actual hasta que desaparezcan.
¿La Zona Intangible es otro invento que igual no resultó?
Fue un gran paso como grandes pasos son también la política nacional y la Constitución. Pero no es efectiva en tanto no se hizo basada en la movilidad de estos pueblos ni en su territorio ancestral ni en las evidencias de su presencia. Solo se basó en los límites de concesiones petroleras.